Hoy se estrena, al menos en España, Lobezno Inmortal, la nueva película basada en mutantes de Marvel Comics de la mano de 20th Century Fox. Cierto es que asistimos con recelo a un filme que no hacía más que recordarnos que su precuela, X-Men Orígenes: Lobezno, fue una de las peores películas basadas en cómics de los últimos años. Pero James Mangold es un director más o menos de garantía, y estando él mismo al tanto de que había que borrar esa huella, cabía tener esperanza.
Otro punto que nos hacía pensar en positivo es el hecho de que la película esté basada, aunque ligeramente, en el arco argumental Honor, obra de Frank Miller y Chris Claremont, una de las mejores historias jamás escritas sobre Lobezno. ¿Hace justicia esta película al arco y al personaje en general? Veámoslo.
El filme es una continuación directa de los eventos ocurridos en X-Men 3: La Decisión Final, lo que supone el primer paso hacia un universo cinematográfico mutante compartido. Logan aún no ha superado la muerte de Jean Grey, y ha decidido vivir aislado del mundo y de su propia identidad de Lobezno, cual ermitaño. Su cabeza es un caos, tiene pesadillas y ha rechazado luchar, viviendo simplemente una vida que, muy a su pesar, sabe que durará prácticamente para siempre.
Pero este es un personaje al que siempre persiguen fantasmas de su pasado, como bien sabréis los fans de sus aventuras en los cómics, y no tarda mucho en aparecer una chica llamada Yukio, que representa a un japonés llamado Yashida, al que Logan salvó la vida durante la Primera Guerra Mundial.
Yashida resulta haberse convertido en el empresario más poderoso y rico de Japón, y se está muriendo. Sin embargo, no quiere irse al más allá sin haberse despedido cómo mandan los cánones del hombre que le salvó la vida. Por ello, Logan viaja al país del sol naciente, donde conoce al resto de personajes principales (Mariko, Shingen, Harada, Víbora, etc.), y donde descubre que hay intereses oscuros detrás de todo.
Algo en lo que parece coincidir todo el mundo, y no es para menos, es que la primera parte de la película es la mejor. El desarrollo de la trama se produce al ritmo justo, los personajes se van presentando paulatinamente y con sentido, y tienen lugar espectaculares escenas de acción que acompañan a la trama sin resultar forzadas.
Sin embargo, pasada apenas una hora de película, se entra en una llanura cinematográfica que no aporta demasiado, y que solo sirve para dar alas a una historia de amor que parece que tenía que estar ahí porque sí, ya que no acaba de encajar ni por un sitio ni por otro. Afortunadamente, esto solo es un pequeño interludio hasta la parte final de la película, donde vuelve la acción a raudales, se desvelan ciertas sorpresas y Logan aclara sus pensamientos, consiguiendo liberarse de la carga emocional que sostiene desde hace tanto tiempo. Lobezno está de vuelta, y, ahora más que nunca, para quedarse.
Pero aquello sobre lo que realmente trata la película no es sobre el uso práctico de las garras de adamantium, sino sobre el concepto de mortalidad, algo que da miedo al que sabe que tiene que afrontarla, pero algo que ansía aquel que no puede más que verla pasar por aquellos que le rodean. Esta premisa es algo que hemos visto muchas veces en el cine, sobre todo en temáticas vampíricas, pero en este caso se ajusta perfectamente a la vida, personalidad y poderes de un Lobezno que está ya cansado de vivir.
Por ello, además de una aventura japonesa, con héroes y villanos, mucha acción, mutantes y tecnología, esta película es también un viaje de redención, puesta en orden y renacimiento para Lobezno, algo que incluso puede sonar a metáfora de la trayectoria fílmica del personaje.
El reparto en general está más o menos aceptable. Lo cierto es que, cuando tienes a un tío como Hugh Jackman que, además de ser el auténtico y absoluto protagonista, se come la pantalla con cada palabra, es complicado que destaque alguien de los que tiene a su alrededor. «Correctos» sería el resumen perfecto, y la verdad es que, a toro pasado, tampoco se echa en falta otra cosa. Y sí, Jackman sigue siendo el Lobezno perfecto, no queda lugar a dudas.
Para cerrar, podemos decir que Lobezno Inmortal no es una película de superhéroes al uso. No hay un único villano definido, aunque sí un enfrentamiento final, y todo parece más una película de los 80 en la que un detective malote de la policía se embarca en una guerra él solo contra la mafia. Tal cual.
Lamentablemente, al menos para un servidor, la película deja con hambre, como si hubieses comido un aperitivo que está muy rico y te deja con ganas de que llegue el plato principal, pero este nunca llega. O al menos no llega con esta película, porque tal y como se puede ver en la escena post-créditos finales, lo que se acerca con X-Men: Días del Futuro Pasado puede ser muy grande.