Después de 20 años de su debut como Doctor Occtopus en Spider-Man 2, Alfred Molina echó la vista atrás en una entrevista con Vanity Fair para afirmar categóricamente que ese papel le cambió la vida.
Conocido por aquel entonces por papeles como el de Satipo en Indiana Jones en Busca del Arca Perdida o Diego Rivera en Frida, Molina dijo que su fichaje para Spider-Man 2 fue toda una sorpresa porque no daba el tipo para ese tipo de película.
Para mí fue una sorpresa, porque no es el tipo de película para el que me imaginase que estaba cualificado. Siempre piensas en esas grandes películas de acción como algo para tipos con buena forma física, y definitivamente yo nunca he encajado en ese perfil.
Molina recordó que fue la esposa de Sam Raimi, el director de la trilogía de Spider-Man, la que le recomendó para el papel después de ver Frida.
Tuvimos una gran reunión. Y yo seguía diciendo: ‘Mira, estoy preparado para ello. Pero tengo que ser honesto contigo, nunca antes había hecho algo como esto. Y ciertamente nunca he trabajado en una película con toda esta tecnología, nunca he hecho mucha pantalla verde ni nada por el estilo’. Pero lo que cambió fue que hicimos una prueba de pantalla, donde me dieron una aproximación del traje: el gran arnés de cuero con la gran gabardina. Y luego Avi Arad, quien en ese momento era el jefe de Marvel, se quitó las gafas de sol y dijo: ‘Ponte estas’. Me puse las gafas de sol y toda la habitación dijo: ‘Oh, esta podría ser la imagen’. Y creo que eso fue lo que lo hizo cambiar.
Lo que atrajo a Molina del papel es que se trata de un villano complejo, especialmente porque en el fondo no es un villano, sino que los brazos mecánicos le convierten en ello.
Lo hermoso de muchos de los villanos de Marvel (y, de hecho, de muchos de los héroes de Marvel) es que todos se vuelven muy reacios. Otto Octavius tiene esta terrible tragedia en su vida que cambia las cosas, y por eso se convierten en estos monstruos, estos villanos, casi en contra de su voluntad. Y lo que eso hace, es que les da a esos personajes un nivel real de humanidad. Les da una especie de moraleja, dilemas que afrontar, y siempre hay un momento en el que luchan con ese dilema: ‘¿Debo seguir haciendo esto? ¿Debo dar marcha atrás?’. Y todo eso estaba en el guión. Sam quería desarrollar eso, y le dio al personaje una profundidad y algo a lo que el público puede aferrarse porque ya no es un personaje bidimensional. No es solo el malo, en realidad es un tipo malo con una especie de vida emocional y eso, creo, los hace mucho más interesantes.
Muchos años después de esa película, Molina tuvo la oportunidad de volver a ponerse en la piel del personaje gracias a Spider-Man: No Way Home.
Volver 17 años después para interpretar de nuevo al personaje, nadie se sorprendió más que yo. Cuando me lo pidieron dije, ‘¿Os dais cuenta de que ahora soy un poco más mayor? Tengo patas de gallo, tengo barba, ya sabes, papada, tengo mal las rodillas’. Y el director Jon Watts y la productora Amy Pascal dijeron, ‘No, no, es tu papel. Queremos que vuelvas. Podemos solucionar todo eso, te rejuveneceremos. Tenemos la tecnología, podemos cambiarlo todo’.
Obviamente, estuve encantado. Aparte del hecho de que es muy divertido de interpretar, interpretar este papel, con toda honestidad, cambió mi vida por completo. Quiero decir, así fue. Llevó todo no solo a otro nivel, sino a todo un grupo diferente de fans del cine. Hay un grupo de fans a los que les encantaron películas como Chocolat, Un Abril Encantado y Frida, todas esas películas, y ahora de repente los hijos de esas personas conocen a Fred Molina por interpretar al Doc Ock.