Un estreno de Marvel Studios siempre es un hito cinematográfico. Creo que la mayoría de las reseñas las empiezo así, y es que es verdad. El listón aún se eleva más cuando resulta que el nuevo estreno es el que da comienzo a una nueva fase del Universo Cinematográfico de Marvel. La Fase 5 ni más ni menos, la segunda de la Saga del Multiverso. Y después de múltiples cambios y retrasos, la encargada de dar el pistoletazo ha sido la que ocupa esta crítica, Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, tercera aventura de la familia de, literalmente, superhéroes más pequeños (y a la vez más grandes) del UCM.
Pero la importancia de este estreno no solo radicaba en ser el primero de una nueva fase, sino en otras muchas cosas más. Por un lado, veníamos de una fase 4 que tenía la dura tarea de continuar la historia tras los eventos de Vengadores: Endgame. Mantener ese nivel era muy difícil, y a los hechos me remito. Vale, con pandemia y consecuencias derivadas de la misma de por medio, pero el descenso en la recaudación y la calidad de los proyectos de Marvel Studios se ha hecho evidente.
Algunos de los nuevos héroes resultaron intrascendentes para algunos fans, como con Shang-Chi. Algunos de los intentos de alejarse de la fórmula generaron división de opiniones, como con Eternals. Algunas de las historias fueron calificadas de simples y poco elaboradas, como la de Viuda Negra. Y por supuesto, en el centro de todo, el asunto de la calidad y la polémica con los efectos visuales.
Sumemos a todo eso que Ant-Man y la Avispa: Quantumanía partía con la responsabilidad de ser la película en la que se presenta con todas las de la ley (lo de Loki no cuenta) al gran villano de la nueva saga: Kang el Conquistador. “El nuevo Thanos”, si lo preferís ver así. Casi nada.
Pues sí. En medio de todo eso llegó Ant-Man y la Avispa: Quantumanía. Y por lo visto a toro pasado, no llegó para solucionarlo y callar bocas, sino para echar más leña al fuego. División de opiniones entre los fans, una crítica muy dura con la película, quejas por los VFX y el guión, y una recaudación modesta para lo que estamos acostumbrados en Marvel Studios. Ahora bien, ¿es con razón? ¿O estamos en un punto donde ya hay fatiga y las películas de Marvel se miran a través de una lente distinta?
Vamos al lío
Eso, al grano. Y seguramente muchos dejaréis de leer aquí, pero la opinión es la que es. Eso sí, voy a explicarla tanto como pueda. Ahí va: mi crítica de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía se resume en que es una película mediocre. Con mucha épica y mucho bombo, sí, pero mediocre. Su enorme cantidad de fallos, su falta de tratamiento y cariño en muchos aspectos, su poca originalidad y otros muchos aspectos que veremos más adelante son el motivo.
Ciertamente, he oído a no poca gente defender la película con un “pero es entretenida, y esa es su función”, o diversas variantes de esta frase procedentes de otros multiversos. Me parece bien, y es cierto. Pero también puede ser entretenido sentarte en un banco de la calle a ver la gente pasar. Seamos un poco más exigentes, que estamos hablando de una súper producción cinematográfica que ha costado en torno a 200 millones de dólares. Igual lo de “entretenida” se le debería de quedar corto.
Superficialidad y camino fácil
Partamos de que la premisa es lo más simple que hay. La trama y la historia siguen la línea de sus dos predecesoras. Lo que está claro es que sigue la fórmula Marvel, apostando por lo pomposo y los adornos, y olvidándose de la originalidad y el riesgo. En todo momento sabes lo que va a pasar. Puedes predecir lo que no has visto, y una vez que lo has visto te das cuenta de que no es la primera vez.
Pero oye, si es poco original y me gusta, y además está bien hecho, pues me lo envuelves para regalo que me lo llevo. Así lleva siendo desde hace más de 15 años de UCM. Pero no, no está bien hecho. Estamos ante un guión inconsistente, desequilibrado, lleno de agujeros e injusto con el 90% de sus personajes. Además el ritmo es caótico, con acelerones y frenazos repentinos que cortan la digestión y confunden.
¿Por qué los protagonistas se detienen repentinamente durante unos minutos en medio de su huída de una gran batalla para hacer un par de chascarrillos? Pues es sencillo: una pobre edición. Y si hacemos caso a los rumores, ese cuestionable trabajo de edición se debe a unos pésimos VFX (fruto de ahorrar dinero y falta de tiempo). Eran tan malos que decidieron no mostrarlos, así que ese metraje fuera de la película.
El reparto salvando a los personajes
Pero más sangrante es el tema de los personajes. Si no vas a dedicarles tiempo, ¿para qué quieres una película protagonizada por 5 o 6? Películas como las de los Vengadores o los Guardianes de la Galaxia son buenos ejemplos de equilibrio. Ant-Man 3 es un mal ejemplo.
Digamos que Scott Lang se salva, principalmente gracias a Paul Rudd. Con Cassie Lang ya hay que hacer un ejercicio de análisis. Existe un caro aumento de protagonismo, el cual es comprensible. Pero hay una serie de decisiones ahí sobre sus conocimientos y su personalidad que te los tienes que comer porque patata. Las explicaciones y el desarrollo ya tal.
Lo mismo podemos decir de Janet, que cuenta con la ventaja de estar interpretada por Michele Pfeiffer. Pero lo de Hank y Hope no hay por donde cogerlo. El mismísimo Hombre Hormiga original queda relegado a meras escenas secundarias de alivio cómico. Mientras, la Avispa, cuyo nombre está en el título de la película, se convierte en un simple acompañamiento puntual. Y para culminar, seguramente conocedores de la carencia, deciden compensar esa falta de atención con sendas escenas al final de la película que no pegan ni con cola. Resoluciones fuera de lugar que, además, arrastran consigo a la trama principal.
En cualquier caso, y por encima de todo, hay un resumen que se puede hacer, y no es positivo. La película no sirve para nada en cuanto a evolución de los personajes. Todo termina donde empezó. Bueno, para Cassie Lang sí que avanza… Espera, no. ¡Que resulta que ya tenía un traje y se iba de aventuras superheroicas con su familia! Bromas aparte, está bastante clara la intrascendencia de la película para el UCM en general y para estos personajes en particular en lo que a evolución se refiere.
¿Hablamos de M.O.D.O.K.?
Ay M.O.D.O.K.… Esa máquina de matar cabezona que sorprendió a muchos por su identidad, pero también por su horrible diseño. Llevando la contraria, me posiciono como firme defensor de esta versión del personaje, y tengo mis razones.
Para empezar, me parece que su origen está muy bien hilado. Pero lo más importante es que se mantiene la esencia del personaje. Es un tío resentido, agresivo y soberbio, pero a la vez mentalmente débil y lleno de inseguridades. Y además está ese humor inherente, irónico e infantil a partes iguales.
Obviamente, todo se ve empañado por el horrible diseño bajo la máscara, propio de un trabajo inacabado. Por eso y por su desenlace. Cassie Lang le llama “capullo” y de repente se vuelve bueno y propicia la derrota de Kang. Un giro completamente absurdo que estropea aún más el final de la película.
Independientemente de todo, uno no puede evitar tener la sensación de que incluir a M.O.D.O.K. en Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, con ese desarrollo y ese desenlace, no es más que un desaprovechamiento de un personaje de los cómics con un potencial enorme.
Kang lo compensa todo
Pero también es justo destacar lo bueno, y en esta crítica de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía hay que darle al César lo que es del César. Jonathan Majors está sencillamente impresionante como Kang el Conquistador. Imponente y amenazador, pero a la vez cercano, con un lenguaje corporal que en muchos momentos me recordó al Joker de Heath Ledger. Aquí vemos un desarrollo suficiente del personaje, el justo para entender su origen pero también para dar margen de descubrimiento en futuros proyectos. Lástima que su pobre desenlace sea víctima de los efectos colaterales. M.O.D.O.K. y la Avispa tienen la culpa.
Siguiendo la fórmula marvelita, el villano se construye sobre esa ambigüedad donde llegado el caso podrías pensar que igual no es tan villano. Sus metas no son malas, le fallan las formas. Y él cree realmente que es el héroe de la historia y que hace el bien. Eso le funcionó a Marvel con Thanos, y parece que con Kang van por el mismo camino.
El arma de doble filo de Marvel Studios
Estamos acostumbrados a ver a directivos de Marvel Studios presumir del proceso creativo de sus películas. Guiones vivos en constante cambio, incluso durante el rodaje, que favorecen a los actores en particular y a la película en general. Pues bien, yo aquí tiendo a pensar que ha sido todo lo contrario, y esos cambios a posteriori (confirmados por el guionista) han sido un error del tamaño de una catedral.
A esto hay que añadir el apretado calendario del estudio. Cada vez más proyectos entre cine y televisión, pero mismo número de gente para trabajar en ellos. Como consecuencia, agendas apretadas que desembocan en descensos de calidad o incluso en recortes.
Esto podría ser una mera impresión personal, aunque compartida con muchos fans. Sin embargo, la propia Marvel Studios parece haberse dado cuenta, y ha tomado cartas en el asunto. Todo apunta a que nos esperan menos proyectos del UCM al año, pero a cambio deberían ser de mayor calidad en todos los aspectos. Crucemos los dedos.
Cerrando la crítica de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía
Pero mientras llega el momento de ese giro hacia algo mejor, lo que tenemos sobre la mesa es lo que he contado en esta crítica de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía. Es entretenida, o lo que es lo mismo, cumplidora. Bastante mejorable pero suficientemente consistente para salir del paso. Sí, se ha comido sus críticas y se ha resentido en taquilla, pero ha cumplido su función. Lo triste es que nos tengamos que conformar con eso, pero siendo fans de Marvel tampoco nos queda otro remedio.