Ahora que Los Nuevos Mutantes ya se ha estrenado, y de hecho podéis leer aquí nuestra crítica, surgen detalles bastante llamativos sobre lo que ocurrió detrás de las cámaras. Recientemente supimos que la idea original era ambientar la película en los años 80 y ligarla a X-Men: Apocalipsis. Sin embargo, después de que la película decepcionase tanto a nivel de taquilla y de crítica, Fox cambió de idea y rechazó la propuesta del director Josh Boone y el co-guionista Knate Lee de hacer una película de terror tipo El Club de los Cinco.
Eso no sentó bien a ninguno de los dos, y una vez que acabó el rodaje, se dice que Fox estaba tan desencantada con la primera versión que llegaron a hablar de descartar toda la película y empezar de nuevo con otro rodaje. Esto explicaría los primeros rumores que surgieron cuando Fox retrasó la primera película por primera vez. Pero la cosa no quedó ahí.
Aparentemente, el guión original de Boone y Lee de 2015 no proporcionaba lo que habían presentado inicialmente, y surgió la necesidad de rebajar el tono del humor. Al igual que en El Club de los Cinco, La Leyenda de Billie Jean sirvió como inspiración para el director, pero como la fuente indica, los adolescentes rebeldes ya estaban incluidos en los X-Men, y aquí, uno de los personajes era un misógino y pintaba su pene en cosas. Muchos se llevaron las manos a la cabeza.
No es ningún secreto que Tormenta (Storm) aparecía en una versión inicial de Los Nuevos Mutantes, pero aquí, Boone la representaba como la carcelera sádica de los protagonistas, una descripción que causó confusión en el studio. Hacía pensar que los chicos eran torturados.
Si los X-Men estaban reteniendo a los jóvenes mutantes allí, no podía sentirse diferente de la idea mental que el público llevaba al cine sabiendo que los X-Men son los buenos. Una Tormenta como esa no tenía sentido.
En este punto, se contrataron a varios guionistas para modificar el guión, incluyendo a Scott Neustadter y Michael H. Weber (Bajo la Misma Estrella), pero Boone siguió chocando con el productor Simon Kinberg.
A partir de ahí fueron llegando diferentes versiones del guión, con Chad Hayes y Carey W. Hayes (The Conjuring), Joshua Zetumer (RoboCop) y Seth Grahame-Smith (Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros) intentando destacar los elementos de terror, ya que la jefa del estudio Stacey Snider había decidido que debía ser una película puramente de terror, y no el drama adolescente con tintes de terror al que le habían dado luz verde originalmente. La cosa llegó a su punto crítico antes de que las cámaras empezasen a rodar en 2017, con una mesa redonda formada por algunos de esos guionistas sin crédito y el guionista de Logan Scott Frank.
Proporcionaron una ronda de críticas, apuntando a faltas de lógica, déficits de humor y personajes subdesarrollados.
Pero Boone no dio su brazo a torcer. El rodaje se llevó a cabo y eso nos lleva al punto comentado anteriormente, con Fox descontento con el resultado. Se consideró seriamente tirar todo a la basura para empezar de nuevo, y no habría sido una sorpresa si Simon Kinberg se hubiese hecho cargo del proyecto.
Podrías haber descartado la película, haber empezado de cero, y aún así seguiría siendo la película de los X-Men menos cara con mucha diferencia.
Al final, parece que el problema fue una diferencia creativa, y sorprende que Josh Boone consiguiese sacar adelante la película con muchos de los elementos que ideó originalmente. Sorprende también que el director no dejase de vender su idea de hacer una trilogía, sabiendo que tenía al estudio en contra. Ahora, los derechos están en manos de Marvel Studios, y esta es muy probablemente la última película de los X-Men que veremos antes de un reinicio de la franquicia.