Como ya hemos compartiendo en las últimas horas, THR ha publicado un extenso artículo dedicado a detallar los aspectos más oscuros de la producción de X-Men, ahora que se cumplen 20 años de su estreno en los cines. Aparentemente, la mayoría de problemas vinieron por la actitud de su director Bryan Singer, del que afirman que se comportaba de forma errática y excéntrica, llegando a provocar accidentes por querer ir al límite. Pero la cosa no se queda ahí, porque también le acusan de tomar drogas durante la producción o incluso de ofrecer audiciones y cameos a cambio de sexo.
A pesar de que todo esto era bien sabido por productores y directivos de 20th Century Fox, muchos de ellos confesaron que hacían la vista gorda por el hecho de que consideraban a Singer un genio, algo de lo que se arrepienten porque dio lugar a la creación de un «monstruo».
Aún así, pese a mirar para otro lado, se pusieron en marcha algunas medidas para que la cosa no se saliese de madre, y una de esas medidas incluyó contar con la presencia de Kevin Feige para que vigilase de cerca al director. Por aquel entonces, Feige era un ayudante de la productora Lauren Shuler Donner. Esta decisión dio lugar a una serie de incidentes provocados por Singer, que incluyeron berrinches y cambios de última hora en el rodaje. Por ejemplo, aunque Rebecca Romjin necesitaba horas para aplicar los prostéticos que le convertían en Mística (Mystique), Singer decidió rodar escenas sin ella sin previo aviso.
Vale la pena apuntar que Singer llegó a decir que su comportamiento se debía a la medicación que estaba tomando para sus dolores de espalda, y muchos miembros del equipo y el reparto han hablado varias veces sobre un uso problemático de narcóticos por parte del director. A pesar de todo esto, Fox siguió trabajando con Singer en una franquicia que, pese a algunos altibajos, ha sido todo un éxito.