Mi relación con el visionado de la segunda temporada de The Punisher, que se estrena el 18 de enero de 2019 en Netflix, ha sido de lo más inusual. Mientras la veía, disfrutaba cada tiroteo, cada intercambio seco de frases de Frank Castle y cada interpretación. Sin embargo, al acabar cada capítulo, en frío, no podía evitar sacar fallos aquí y allá. Así que, para enfocar esta crítica, lo mejor será seguir el consejo de Jack el Destripador e ir por partes.
Lo bueno
Jon Bernthal sigue encarnando a Frank Castle y su alter ego a la perfección. Su actitud y su motivación siguen siendo reflejo del Castigador (Punisher) de los cómics. Y todo con el añadido toque humano que le da Bernthal con sus gestos, sus tics y sus gritos de locura para enfrentar el dolor.
Pero las actuaciones no se quedan ahí. Amber Rose Revah encarna una vez más a Dinah Madani ofreciendo una cantidad de capas tan bien trabajadas que cada escena suya es de lo más intensa. Su fragilidad después de los hechos de la temporada anterior se ve siempre subyacente bajo una máscara de tipa dura que en el fondo lo que tiene es miedo, rabia y dolor. Un dolor causado por Billy Russo, que es llevado a un siguiente nivel por el actor Ben Barnes al abrazar ahora la locura del mítico Puzle (Jigsaw). La construcción del aspecto más villanesco del personaje dura toda la temporada, para que podamos entrar en la mente de Russo y entender toda su locura, algo que convierte al personaje en mucho más que un mero malo al que derrotar.
Por otro lado, las escenas de acción siguen estando al buen nivel de la temporada anterior. Mucho enfrentamiento de disparos y mucha pelea ensangrentada. Castle, por supuesto, es el que más da y el que más recibe. Pero su aguante nos sigue sorprendiendo.
Lo malo
Por muy entretenida que sea la serie, es inevitable pensar que su argumento flojea. Queda claro la dirección en la que se va, pero aún así no parece haber mucha trama de la que tirar. Y eso que esta temporada cuenta con dos hilos argumentales distintos, ya que Frank Castle tiene dos frentes abiertos. Y, a diferencia de lo que solemos ver en estas series de Netflix, no están repartidas entre las dos mitades de la temporada sino que conviven de principio a fin. Esto no es que sea necesariamente malo, pero una de las tramas, la más interesante por original, es dejada un tanto de lado. Que ojo, esta segunda trama también tiene sus agujeros, y no se terminan de entender ciertas cosas, pero igual con más dedicación se podría haber sacado algo mucho más interesante. Además, cuando parece que la serie quiere sorprendernos con algún giro, vuelve sobre sus pasos y nos deja con las ganas. La serie avanza lentamente, como ya pasó con la temporada primera. Pero, lamentablemente, en esta ocasión esa lentitud se hace todavía más tediosa. La primera temporada aprovechaba mejor esos momentos de impasse para ofrecernos grandes diálogos o escenas interesantes. Esta vez, poco de esto podemos ver.
Otra gran ausencia respecto a la primera temporada es Micro. Su dinámica con Castle era de lo mejor de la temporada anterior y en esta eso se ha perdido debido a la ausencia del personaje. Aunque las nuevas asociaciones también son positivas.
La conclusión
Podría decirse, finalmente, que la temporada oscila entre aciertos y fallos. Estando los aciertos primordialmente en los detalles como los personajes, algunos diálogos y la acción. Y estando los fallos en el hilo vertebral: el propio argumento. Así que esto hace que al final hayamos podido disfrutar de una aventura de Frank Castle sin ser esta la mejor historia que hayamos visto del Castigador. Si se ve sin grandes pretensiones, sin esperar giros innovadores ni una historia de suspense que te deje boquiabierto, entonces se podrá disfrutar de una gran representación del universo de Frank Castle.