Rogue One: Una Historia de Star Wars recaudó más de 1.000 millones de dólares en todo el mundo, y una de las razones de esto fue por las reescrituras de guión y la dirección de la vuelta al rodaje llevados a cabo por Tony Gilroy.
Aunque el director siempre evita confirmar cuánto cambió realmente de la versión original de la película, apuntó recientemente a uno de los principales problemas que había antes de unirse al proyecto, que es cómo involucionaron los personajes después de múltiples intentos por darles vida.
Cuando las cosas pasan por muchas manos y hay una gran cantidad de confusión… y hay todo tipo de accesorios, joyas, botas y cremalleras, y todo el resto del material. La pureza de los personajes, si no está ahí al comienzo, se deteriora y se convierte en una plasta total.
La película fue dirigida inicialmente por Gareth Evans, e incluso los primeros tráilers contaron con material que nunca llegó a aparecer en la película, llevando a muchos fans a preguntarse cómo habría sido la versión de Evans.
Según Gilroy, la película estaba aún por hacer cuando le contactaron por primera vez para que ofreciera su opinión, y al final redujo la narrativa a un solo componente clave: el sacrificio.
Si miras Rogue, toda la dificultad con Rogue, toda su confusión… y todo ese lío, y al final cuando llegas ahí, es de hecho muy, muy simple de resolver. Porque dices, ‘Esta es una película donde, chicos, solo mirad. Todo el mundo va a morir’. Así que es una película de sacrificio.
Lo que hace que el éxito de la película haya sido tan sorprendente es que Gilroy no era muy fan de Star Wars.
Nunca había estado interesado en Star Wars, nunca. Así que no tenía ninguna reverencia por ello. NO tenía miedo por eso. Y había un pantano… tenían un problema terrible sobre el que lo único que podías hacer era mejorar.