Daredevil es un personaje muy querido dentro del núcleo de fans de las historias Marvel. Ha sido así no a raíz de la brillante etapa de Frank Miller, sino incluso antes de eso. Desde los días del disfraz amarillo. Desde su misma creación, bajo la batuta de Stan Lee. Siempre en segunda fila, algo eclipsado por los hombres araña, los súper soldados de barras y estrellas y los mutantes con garras de adamantium. Y allí, en la sombra, esperó paciente su turno. Esperó y esperó, y cuando su turno llegó por fin, la debacle fue casi equiparable a la del Batman de Joel Schumacher. La herida que la adaptación cinematográfica de Daredevil dejó en el personaje fue tan profunda que no ha sido hasta esta eclosión del género cuando el bueno de Matt Murdock ha podido por fin gozar de una adaptación que le haga justicia.
Si por algún casual estás leyendo estas líneas y aún no has visto los trece capítulos que componen la serie, te invito enérgicamente a que corrijas ese error. Porque Daredevil no es una buena serie, es una serie magistral.
Reinventando al Hombre Sin Miedo
Alguien dijo una vez que para que algo esté bien hecho, mejor hazlo tú mismo. Marvel Studios ha seguido este consejo a pies juntillas, y gracias a Daredevil hemos podido saborear uno más de los tentáculos que conforman este cada vez más complejo cuadro de ficción superhéroica. He aquí la que quizá sea la mayor virtud -y la vez, su mayor defecto- de la serie: el tono de la misma es absolutamente único. Si esperabas ver por aquí historias de mundos paralelos, trajes chillones y chascarrillos con relámpagos, mejor mírate alguna de Thor.
Todo cuanto es Daredevil y todo cuanto será queda perfectamente dibujado en los diez primeros minutos del piloto. Fotografía exquisita -en algunos casos, a un nivel muy superior que el de otras películas de Marvel Studios-, claroscuros heredados del mismísimo Miller, y sobre todo, una verosimilitud interna digna de elogio. Y es que Daredevil es realmente seria. Desde el inicio, la propia serie establece un pacto con el espectador. Un pacto donde nunca, ni por un instante, la serie va a tomarnos por idiotas. Más al contrario. Su lógica interna es tan sólida, tan trabajada, que es posible que en algún momento puntual podamos perder el hilo. La jerga legal, los desfalcos, empresas fantasma, tapaderas, alianzas y traiciones hacen que en ocasiones -más de las que nos gustaría- la trama se vuelva algo densa. Esto no es necesariamente algo malo, pero conviene tenerlo en cuenta para diferenciar el target de Daredevil del de cualquier otro producto Marvel. Esto no es Agents of S.H.I.E.L.D. El drama es dramático, la crueldad es horripilante, el malo no es tan malo y el héroe no es tan bueno.
Sorprende este nuevo enfoque, algo alejado a lo que Marvel Studios nos tiene habituados, aunque pronto a la sorpresa inicial le siguen las alabanzas. Hasta ahora, Capitán América: El Soldado de Invierno era la cinta Marvel más sólida a nivel de verosimilitud y trama, y la respuesta de público y crítica fue unánime. Daredevil va un paso más allá apostando por el contenido adulto, sin fanservice (no, lo siento, aquí no hay tetas injustificadas como anzuelo). Visto en perspectiva, la elección del tono por parte de Marvel se antoja lógica y casi obligatoria. De hecho, Daredevil siempre se ha caracterizado por ser un personaje más oscuro que sus coloridos compañeros de viñetas. El propio nombre del héroe ya evoca a algo terrorífico.
Se palpa aquí el colosal trabajo previo que ha sufrido este Daredevil 2.0, reduciendo el personaje a su esencia para luego ir añadiendo capas superpuestas que le permitan evolucionar. Católico, hijo de un boxeador fracasado. Abogado con principios, la injusticia le revuelve las tripas. El compañerismo con Foggy, la resolución mental de aquel que imparte justicia. Probablemente, estamos ante la mejor adaptación de cómic -no solo de Marvel- vista hasta la fecha. Si alguna vez has leído algo de Daredevil, me entenderás.
La Justicia es Ciega
Daredevil no tiene un hilo argumental rompedor. Con total seguridad, alguien que conozca trazos del folclore de Matt Murdock podrá hacerse una ligera idea de por dónde van a ir los tiros. Kingpin, ninjas, guerra de bandas. Y aun así, los trece capítulos se devoran del tirón. Sin pausa. Esto es debido en parte al propio ritmo interno de la serie, que aunque en ocasiones parezca dormirse en los laureles, luego te agarra de la camisa, te suelta dos bofetadas y te deja preguntándote qué puñetas acaba de pasar. No solo te ha pasado a ti, créeme.
Pero esto es solo una parte de la ecuación. Yo diría que la parte pequeña. Porque la grande, el plato fuerte de este espectáculo, es aquello que a menudo las grandes producciones deciden pasar por alto: los personajes.
Daredevil cuenta con unos personajes que recordarás. Que te harán sentir. Alegría y pena, rabia y empatía. Que te llevarán de la mano y vivirás con ellos todo lo bueno… pero sobre todo lo malo. No son una familia muy extensa, eso es cierto. Pero todos ellos, del primero al último, están genialmente construidos.
Matt, Foggy, Karen y Claire. Wesley. Y el plato fuerte, Wilson Fisk.
Siguiendo con los dichos: cuanto más grande el villano, más grande el héroe.
Wilson Fisk es un antagonista para el recuerdo. Su sadismo, su ira y especialmente ese pedazo de actor que le da vida, Vicent D’Onofrio, van a hacerte odiarlo… y entenderlo. Porque nada es más humano que amar, y de buen seguro que el discurso de “amo a mi ciudad” casi va a acabar por corromperos.
Nelson & Murdock
Hasta ahora me he portado bien. Pero eso se acabó. ¡Aquí empiezan los SPOILERS!
El mercado audiovisual está muy saturado de historias superheroicas. Muchas son buenas, otras no tanto. A veces no basta con la calidad. Hace falta algo más. Un nuevo enfoque, aportar algo distinto.
El superhéroe consagrado, aquel ser similar a Chuck Norris que parte caras como quien canta en la ducha, empieza a presentar síntomas de cansancio. No es realista, porque cuesta empatizar con él. El Hombre de Acero o incluso el bueno de Thor son ejemplos válidos. Por ejemplo, en lo personal, de las muchas historias del género que he tenido el placer de leer, con pocas he podido identificarme tanto como con Ultimate Spiderman (el de Bendis. El de Parker. Ya me entendéis). Este es precisamente el espejo en el que se mira Daredevil.
Daredevil reparte estopa, sí. Casi tanto como la que recibe. Y éste es precisamente el camino del héroe. Ya lo decía papá Murdock: cuando nos caemos toca levantarse. ¿Cuántas palizas se lleva Matt a lo largo de esta primera temporada? ¿Alguien las ha contado? ¿Y palizas de muerte?
Sin embargo, el golpe más duro para Matt no lo asesta Fisk, sino Foggy. La dinámica de ambos amigos a lo largo de la serie es sublime. Es por ello que duele de veras cuando todo parece arruinado. Lo curioso del caso es que esa caída, esa derrota total para Matt, es una derrota absoluta para todos los personajes de la serie. A la vez. Todos tocan fondo en el mismo capítulo. Sin ganadores ni perdedores.
Matt, vapuleado por Nobu y Fisk, es encontrado por Foggy. Foggy descubre la verdad acerca de Matt, le han traicionado. Karen es capturada y solo consigue escapar matando a Wesley. Fisk sufre por Vanesa, que se debate entre la vida y la muerte, y encima le matan a su lameculos favorito. Ben pierde su convicción y pretende dedicarse a su mujer enferma. Claire acepta que Matt no va a formar parte de su vida.
Todo ello, a la vez. Como decía antes, magistral.
Tengo algo que confesar, padre
Sí, tengo algo que confesar. No quiero terminar esta reseña sin ser honesto con quien la esté leyendo.
Daredevil es una serie brillante. Pero no es perfecta. Más allá del ritmo, en ocasiones algo lento, o del clímax correcto sin más -apuesto que la confrontación final entre Matt y Fisk podría haber dado mucho más de sí-, la apuesta de Marvel con Daredevil me da miedo. Por una parte, es cierto que Marvel ha dado un golpe sobre la mesa en cuanto a ficción televisiva. Sé que las comparaciones son odiosas, pero ahora mismo, con Arrow en caída libre, y el buen sabor de boca dejado por Daredevil -tela a las excelentes coreografías en las escenas de acción-, la competencia es más bien escasa. Pero por otro lado, Daredevil carece de la marca Marvel. Por completo. Es, con diferencia, la pieza del puzzle que menos encaja. Tan solo una leve mención a la destrucción de NY (sin nombrar la invasión Chitauri) o una fugaz broma sobre una armadura tecnológica y un martillo mágico hacen que Daredevil pueda ubicarse casi en cualquier universo. Podría ser una serie completamente nueva, sin ataduras. O pertenecer a la Distinguida Competencia. Y apenas chirriaría.
Asumo que este rol de llanero solitario cambiará con los próximos estrenos de A.K.A. Jessica Jones, Luke Cage y Puño de Hierro, pero hasta entonces… hasta entonces no puedo evitar pensar en cómo Warner Bros. podría haber aprovechado estos mismos recursos para dar un serial de calidad a su estrella que viste de murciélago.
Una pena. Esperemos que algún día las productoras vuelvan a apostar por la televisión y no reserven sus celebrities para la gran pantalla. ¿Alguien más se imagina a Matt saltando por los tejados con Parker? Paciencia, muchachos… paciencia.
PD: Para terminar, el rodaje de Daredevil nos ha dejado un buen montón de curiosidades. ¿Alguien quiere conocerlas todas?
- En el laboratorio de drogas de Gao podemos ver un extraño símbolo en sus paquetes de heroína. Este símbolo no es otro que el de Serpiente de Acero, el enemigo de Puño de Hierro. La verdad es que la vieja china parecía dominar la misma técnica que Danny Rand…
- Durante una reunión de abogados, Matt y Foggy representan a un empleado de Roxxon, la empresa que tantos supervillanos ha creado en el Universo 616.
- Foggy le recuerda a Matt que este estuvo saliendo con una griega… ¿se nos viene encima Elektra?
- En el último episodio, en la oficina del policía honesto, aparece una fotografía de un grande. Sí señores, he aquí el cameo de Stan Lee.
- Melvin, el sastre que viste a Fisk, es en los cómics el sastre de los villanos. En su taller tiene el traje de un mítico villano de Daredevil y de Spiderman: ¡El Zancudo! Además, aparecen las sierras circulares de Gladiador, otro villano de tres al cuarto que compartieron Murdock y Parker.