[Crítica] 100 % Marvel. Loki: Agente de Asgard 1: Confía en Mí

100 % Marvel. Loki: Agente de Asgard 1: Confía en Mí

100 % Marvel. Loki: Agente de Asgard 1: Confía en Mí

Con 100 % Marvel. Loki: Agente de Asgard 1: Confía en Mí asistimos a otro estreno en el seno de la Casa de las Ideas, un intento de Marvel Comics de sacar tajada de la enorme popularidad de la que disfruta Loki gracias a las películas de Thor y los Vengadores, y en el que Panini Comics recopila el especial All-New Marvel Now Point One y Loki: Agent Of Asgard Nº 1-5 USA.

Después de ser un malvado villano, después una mujer y después un niño, esta nueva serie continúa las andanzas de ahora un joven Loki que busca escapar de lo que fue y en lo que se ha encasillado por sus actividades del pasado. Tras disfrutar con su presencia en Viaje al Misterio y Jóvenes Vengadores, además de en Thor: Dios del Trueno, el personaje al fin consigue una serie propia que, sorprendiendo a propios y extraños, se adentra en un género por el que nadie habría apostado.

El guionista Al Ewing, encargado de convencer a los millones de fans de Loki de que esta versión también tiene atractivo, nos presenta una dinámica en la que la Madre de Todos (que en realidad son tres) encarga misiones a Loki para que este las cumpla en plan agente secreto. Afortunadamente, y es que por muy diferente que sea ahora siempre será Loki, todas las misiones siempre cuentan con extraños giros que se van por la senda del engaño o el doble juego.

Como no podía ser de otra forma, estamos ante un pícaro seductor al más puro estilo James Bond, pero que se encuentra en el otro lado de la moralidad, el de las estafas, los robos, y los engaños. Eso sí, sin querer causar nunca mal a nadie, y buscando cumplir con los encargos para que no le «deporten» definitivamente a Asgard.

Una de las curiosidades de la serie es que se mueve a caballo entre la mitología y la época moderna, ambientando y desplazando a personajes asgardianos de un lugar a otro, y siendo especialmente llamativos en los momentos en los que se presentan con aspectos y vidas civiles de nuestra sociedad. Lo mismo tenemos a Loki cocinando verduras en su piso de Manhattan, como lo tenemos enfrentándose a Mefisto junto a uno de los grandes héroes de la historia asgardiana. Además, las misiones llevan a Loki a diferentes escenarios, insertando pequeños microgéneros que van desde la ópera espacial hasta la comedia romántica. Esto, sumado a las continuas referencias a aspectos de la cultura popular y a esa sensación de originalidad que se aleja del típico cómic de superhéroes, nos hace recordar otras series recientes de Marvel Comics que han optado por seguir ese camino (y con mucho éxito, por cierto).

Tampoco puede faltar, como en cualquier serie, un elenco de personajes secundarios, que en estos cinco primeros números tira de clásicos como el propio Thor, Lorelei o Sigurd, pero también de alguno de nueva creación como una chica a la que, como contrapunto al propia Dios del Engaño, no se le puede mentir. Todo ello buscando un contrapunto necesario para complementar esa personalidad arrolladora de Loki, evitando así una saturación.

Y es que, como decimos, no es la historia, ni la ambientación, ni el elenco de secundarios sobre lo que se sustenta esta serie, sino sobre el propio Loki, que carga con todo el peso de lo que será éxito o fracaso. Ewing le dota de una enorme personalidad, convirtiendo al personaje en un tipo gracioso, irónico, desgarbado, despreocupado, manipulador, confiado y lleno de intereses ocultos. Sus acciones siempre encierran ambigüedad y tienen un propósito que va más allá de lo que se ve a simple vista, y sus diálogos son agudos y cargados de dobles sentidos. Eso sí, siempre rodeado de un aura de culpabilidad con el que busca escapar de su propio pasado como villano. Al final, una vez más, estamos ante un antihéroe que busca redención compensando sus pecados a cambio de algo (en este caso cumpliendo las misiones de la Madre de Todos).

Cambiando de tercio, gran parte de la culpa de que esta serie resulte atractiva a primera vista son los dibujos de Lee Garbett. Dinámico, vistoso y moderno, sin grandes alardes pero sin pérdida de detalle, su estilo se adapta como un guante al tono de cada una de las historias que nos cuenta Ewing, algo nada fácil si tenemos en cuenta que nuestro protagonista viaja de aquí para allá sin cesar.

En definitiva, estamos ante una prometedora serie que se presenta como algo fresco, cargado de humor y ligeramente original, sobre todo estando protagonizada por quien está. Ewing tiene una interesante pero ardua tarea por delante, pero tras estos cinco primeros números podemos decir que la cosa va por buen camino. Tras una lectura amena y rápida, buen indicativo de las ganas de más que te deja, solo nos queda esperar al siguiente tomo para ver si continúa la tendencia positiva.