[Crítica] 100 % Marvel. Araña Escarlata 3: La Caza

100 % Marvel. Araña Escarlata 3: La Caza

100 % Marvel. Araña Escarlata 3: La Caza

Tras estar de visita en las páginas de Spiderman Superior, la Araña Escarlata regresa con su propia colección para encarar la recta final antes de la cancelación definitiva de la serie.

Con este 100 % Marvel. Araña Escarlata 3: La Caza, en el que Panini Comics recoge Scarlet Spider Nº 21-25 USA, el guionista Chris Yost cierra los hilos abiertos desde el comienzo con un arco argumental final en el que Kaine se enfrenta, nada más y nada menos, que a Kraven el Cazador.

Aunque son cinco números, y el relato es la mar de entretenido e interesante, es imposible que al lector no le quede la sensación de un final narrado de forma apresurada, un clásico entre los clásicos cuando una serie se aproxima a su cancelación no programada desde el inicio. Yost se preocupa de cerrar en estas páginas toda trama pendiente con cada uno de los personajes secundarios existentes, y lo hace mediante el miedo, cerrando un círculo que hasta el propio Kaine pensó que podría romper.

Y es que pese a sus intentos de ser un héroe, la Araña Escarlata no ha conseguido superar su estatus de villano y asesino, y esto es por culpa de Kraven, que buscando su muerte verdadera a manos de la Araña, decide jugar al juego de «Saquemos lo más oscuro de su interior», con regreso de Ben Reilly incluido. Sus amigos, su novia y todos los que le rodean acaban viendo su auténtico «yo» interior, lo que nació para ser y siempre ha sido, un monstruo. Yost dibuja en paralelo la lucha física contra Kraven  la lucha interna de Kaine por salir de un pozo en el que cada vez está más hundido debido a su resignación. Kaine decide al final que no puede escapar de su sino, que no es ningún héroe y que no se merece una vida de carácter positivo.

Por ello, tras su brutal lucha contra Kraven, al que por cierto deja vivo y coleando para que vuelva a dar guerra en el universo arácnido, la Araña Escarlata (Yost mediante) corta todos los lazos creados en Houston para llevar a cabo la que en un principio fue su auténtica misión: irse a tomar por saco a descansar, desconectar y pasar desapercibido. Y lo hace con Aracely, un angelito sobre el hombre de Kaine que se empeña en recordar cada poco tiempo que sí es un héroe, la Araña Escarlata, y que hay que hacer el bien.

Los dibujos, siguiendo la tónica que se ha seguido hasta ahora, recaen en las manos de diferentes artistas (Carlo Barberi, Erik Burnham, David Baldeón) que, unos más y otros menos, nos regalan como despedida una espectacular batalla contra Kraven. Aún así, esto no viene más que a poner de manifiesto, de nuevo, la necesidad de un dibujante regular en toda serie que se quiera mantener a flote, porque los altibajos de calidad o los cambios bruscos de estilo son de las cosas que más minan la confianza del lector.

Haciendo balance de toda la serie, nos hemos encontrado con un personaje en busca de redención que por mucho que lo intenta no puede escapar de su pasado. Clasificado como anti-héroe irreverente, maleducado y pasota, esta Araña Escarlata ha sabido ganarse un hueco en el Universo Marvel actual, aunque sin dar tampoco demasiada guerra debido a un potencial que posee pero que parece que no se ha sabido aprovechar.

Obviamente, este nuevo status quo establecido durante los 25 números no se quedará aquí, porque podremos ver al personaje en los Nuevos Guerreros, donde esperamos que se le saque un poco más de potencial del que ha sabido (o podido) sacarle Yost en su propia serie individual.