Brian Michael Bendis lo ha hecho. Ahora por fin podemos hablar de una segunda edad de oro para los X-Men. Y lo curioso del caso es que La Nueva Patrulla-X no es la cabecera principal de las colecciones mutantes. Aquí no encontraremos a Lobezno, ni a Tormenta. Incluso Cíclope aparece muy de vez en cuando. Sin embargo, este cómic destila magia mutante por los cuatro costados. Si no te has hecho ya con él, deberías replantear tu decisión al respecto.
Cuando nació La Nueva Patrulla-X muchos no vimos más que un tirón puntual. Una estrategia de marketing para aprovechar el filón que despertaría el estreno de X-Men: Días del Futuro Pasado. Pero la asociación de Brian Bendis con Stuart Immonen ha alcanzado unas cotas de calidad incontestables. No solo es una de las mejores grapas -sino la mejor- que publica Marvel en la actualidad, es que realmente todo al leer La Nueva Patrulla-X nos evoca a esas historias de antaño donde los mutantes consiguieron erigirse como la punta de lanza de la Casa de las Ideas. Sí, está a la altura de los X-Men de Chris Claremont en su mejor momento.
Y, como decimos, tiene la pinta de que la cabecera ha sido tan fructífera que no será cosa de una noche de verano. Sus ventas son excelentes y la crítica respalda casi de forma unánime el rumbo de la colección. ¿Qué más se puede pedir? Yo mismo pensaba que La Nueva Patrulla-X iba a seguir el camino que otras tantas colecciones recorrieron antes que la serie que nos ocupa. Un camino intenso pero corto. Un viaje enmarcado en un periodo determinado, que culminaría con un gran evento Marvel veraniego y cada oveja volvería a su redil, los jóvenes serían transportados de nuevo al pasado de donde fueron arrancados y las aguas más o menos volverían a su cauce.
Pero no. La Nueva Patrulla-X ha venido para quedarse. Es una rara avis, una excepción a la regla, pues algunos aún recordamos todo cuanto ocurrió tras Invasión Secreta. Norman Osborn alcanzó el mando del mundo y como consecuencia directa nació Vengadores Oscuros. Una serie correcta que culminó con el evento Asedio y, una vez más, el equilibrio volvió al Universo Marvel.
Y es de agradecer que La Nueva Patrulla-X no corra esa suerte, porque es una grapa fantástica. Y el número que nos ocupa, el 16, es probablemente el mejor número visto hasta la fecha. Razones podría dar muchas, pero me limitaré a dos:
– Primera razón: Stuart Immonen. Este artista está firmando su mejor trabajo en años. Es difícil encontrarle un número que no sea una genialidad. Su lenguaje cinematográfico está a años luz del de otros artistas, ya no dentro de Marvel, sino también fuera de la misma. Sus perspectivas, las expresiones faciales, la fluidez de movimientos y sobretodo cómo enfatiza los detalles -una mirada, Scott y la joven Jean se cogen de la mano- hacen que su trabajo sea más cercano al cine o la televisión que no al noveno arte. Joder, que dibujantes de cómic que plasmen peleas chulas hay cientos, pero artistas que retraten una conversación con la misma intensidad que una batalla hay pocos, muy pocos.
– Segunda razón: Brian Michael Bendis. Sobrevalorado por unos, genio y figura para otros, yo lo considero más un término medio. Bendis es muy bueno en lo suyo, y lo suyo son las sagas cortas donde abundan las interacciones entre personajes. Y señores, aquí abrimos una saga presumiblemente corta donde queda claro desde la primera página que tendremos mucha tela para cortar en lo que a relaciones se refiere.
Comienza a intuirse por dónde van a ir los tiros en la colección, y es que Bendis ha jugado al despiste. Era de suponer que el foco alumbraría a los cinco miembros jóvenes traídos del pasado, pero una vez más nos la volvieron a colar. Con el joven Scott haciendo de turista espacial y la reciente incorporación de X-23, la formación del equipo se ha renovado sin cambiar la esencia del mismo. Porque el auténtico protagonista de la colección sigue soportando el peso de la trama sobre los hombros. Nos referimos a la joven Jean Grey.
Jean Grey, aquel personaje que Grant Morrison demonizó en sus New X-Men y a quien culpó de casi todos los desastres a los que habían sido abocados los mutantes, ha resultado ser un bálsamo reparador en las manos de Bendis. Sí, vale, no es la misma Jean exactamente, pero ya se me entiende. La pelirroja se está ganando a fuego convertirse en un personaje de peso dentro del Universo Marvel. Ya pocos creen que vaya a regresar a su época, pues el jugo que le está sacando Bendis es tremendo. Sí, queremos que se quede. Que eche raíces, que se profundice aún más en esas consecuencias que tan bien acaricia el guionista de Cleveland.
Nombré antes las relaciones entre personajes, y aquí se nos brinda en su máximo esplendor. La joven Jean, aún confusa por sus nuevos poderes y los actos de su yo madura, busca consuelo en Cíclope. Nuestro Cíclope. Genial vuelta de tuerca la que se saca de la chistera Bendis, con una conversación a varios niveles para enmarcar. Ambos personajes, sentados en la cama, hablando de la otra Jean. La Muerta. Pero hay más. Se palpa la tensión sexual, con todo lo que ello conlleva: que Cíclope es un adulto y Jean una adolescente; Que ya han vivido esta historia (con la Jean muerta), y salió mal; Que Scott le fue infiel a nuestra Jean con Emma. Todo esto y mucho más lo sentimos en prácticamente cada viñeta. Y remarcamos aquí la impresionante faena de Immonen, una maldita máquina de dibujar cómics.
Ambos personajes se sienten culpables, cada uno a su manera. Y ambos se atraen por razones diametralmente opuestas. Entendemos a la joven Jean, pues ve en Scott la madurez, el liderazgo y el atractivo del nuevo “chico rebelde” de Marvel. Y para nuestro Scott, Jean siempre será Jean. Sea la joven, la del futuro o cualquiera. Ya lo advierte Kitty: «cuidado con lo que haces, Scott«.
Otro punto muy a tener en cuenta es la maestría con la que Bendis nos entrelaza a La Nueva Patrulla-X con la Imposible Patrulla-X, cuyos guiones corren también a su cargo. En todo momento nos es evidente quiénes son los protagonistas de la cabecera que estamos leyendo, pero se agradece el buen hacer del guionista al mostrarnos cómo conviven ambos grupos. La actitud de Emma Frost hacia la joven Jean, los cameos de Magik, de Cristopher… y especialmente de nuestro Cíclope. Se intuye la intención de Bendis de humanizar a Scott, tan lapidado por casi todos los sectores del Universo Marvel. Es curiosa la imagen que se puede llegar a obtener del mismo personaje dependiendo de qué serie sigamos (en Imposibles Vengadores, Cíclope parece estar a la par que el Doctor Muerte).
Asistimos al regreso de la Hermandad del futuro, aquella que tantos quebraderos de cabeza dio en La Batalla del Átomo. Asuelo, el hijo de Xavier y compañía asedian el refugio de Cíclope en las montañas con intenciones poco claras. ¿Solo a mí me deja el mismo sabor de boca que sentía al leer las sagas ochenteras como la de Fénix Oscura o el Club del Fuego Infernal? Son buenos tiempos para aquellos que amamos los cómics de los mutantes. Muy buenos tiempos.