Como bien indica su título, el tomo de Panini Comics Marvel Gold. Thor: El Fin de los Eternos es un tomo que continúa directamente y cierra lo que ya pudimos leer en Marvel Gold. Thor: La llegada de Los Eternos, cuya reseña ya publicamos hace un tiempo.
Como decimos, estos números sirven a Roy Thomas para cerrar el arco argumental conocido como Saga de los Eternos, donde el guionista ha estado jugando con los Desviantes, los Eternos y los Celestiales, seres creados por Jack Kirby al margen de la continuidad del Universo Marvel e integrados en ella en estos números por el bueno de Thomas. Pero no olvidemos que Thomas también aprovechó esta ambiciosa saga para recuperar el pasado del Dios del Trueno y ponerlo en orden, tirando de mitología, material previo y creaciones propias.
Así, somos testigos de cómo se nos revelan detalles del origen y el pasado de Odín, padre de todos, mientras este se enfrenta a Thor por diferencias creadas entre ellos con motivo de la llegada de los Celestiales; se explican detalles diferenciales entre la mitología nórdica de Marvel y la mitología nórdica real, estableciendo un enlace entre ambas de lo más creíble y lógico; se introduce ese concepto de ciclo de destrucción y renacimiento al que está condenado Asgard, culminado con el Ragnarok; y se adaptan historias clásicas de la mitología de las que un servidor tampoco puede hablar demasiado por desconocimiento. Y todo esto sin olvidarnos de grandes clásicos como el Destructor (novedoso por aquel entonces) o el archiconocido Loki.
En realidad, para lo que nos sirve este tomo es para recordarnos lo grande que es Roy Thomas, la cantidad de información que conocía y manejaba, y lo bien que se le daba integrar conceptos y adaptarlos para insertarlos en la continuidad. Pura magia que sirvió para que se en apenas 20 números se fraguase una de las mejores etapas de la historia del Dios del Trueno y se estableciesen conceptos que, posteriormente, algunos serían negados y otros perdurarían hasta hoy en día.
Curiosamente, Thomas no fue el autor completo de esta saga, ya que los encargados de ponerle punto y final fueron Ralph Macchio y Mark Gruenwald, dos tipos que supieron abordar con valentía la ardua tarea y, eso sí, siguiendo las «órdenes» del maestro consiguieron estar a la altura para cerrar el arco.
El tema del dibujo ya es harina de otro costal. De él se encarga Keith Pollard, un tipo que para unos es simplemente mediocre y para otros uno de los grandes olvidados de la época. Para el que escribe, Pollard se muestra simplemente correcto, cumpliendo sin alardes y sin bajones, aunque con lamentables altibajos en función de quién fuese el entintador de turno. Y es que resulta complicado valorar unos estilos de dibujo propios de épocas de hace 20 años o más, cuando la calidad del dibujo de hoy en día es tan alta en todos los aspectos: dinamismo, animación, narración, coherencia, detalle… Aún así, debo decir que, estando lejos de ser un erudito de aquellos tiempos, he visto muchos dibujos mejor y peor plasmados.
En definitiva, y para esto sí que no hay duda, Marvel Gold. Thor: El Fin de los Eternos recoge una etapa imprescindible para el fan de Thor, Marvel y los cómics en general. Puedes completar la información con el tomo anterior, pero tampoco es necesario, aunque te ayudará a entender algunas cosas y a ver como Thomas ha ido yendo de menos a más a lo largo de estos 20 números.