Continuando con la recuperación de material clásico del Capi, Panini Comics nos trae Capitán América: La Muerte de un Héroe, el segundo tomo que engloba la genial etapa del guionista J. M. DeMatteis y el dibujante Mike Zeck al frente de la cabecera Captain America, incluyendo en esta ocasión los números 268-274 USA, así como el Annual Nº 6 y el cómic Defenders Nº 106.
El tomo comienza con un cruce, y es que en primera instancia, el Capi se topa nada más y nada menos que con los Defensores, que juntos se enfrentan al Imperio Secreto en lo que se convierte en todo un símil de los últimos años de la Guerra Fría. Obviamente, a escala mucho menor, somos testigos de cómo maneja el guionista el problema de elegir entre erradicar el problema y cortarlo de raíz sea como sea, o buscar una alternativa moralmente aceptable. Si sois lectores habituales de cómics, y os habéis sumergido en alguna ocasión en otros materiales de la época, ya os podéis imaginar por dónde van los tiros, y más cuando uno de los implicados es el Capitán América.
Tras esto, el Capi se une al Equipo América, un grupo de motoristas que parece que por aquel entonces eran la base de un ambicioso plan que iba incluso más allá de los cómics pero que, finalmente, no llegó a fructificar. Y quién lo diría, tratándose de acróbatas en moto con trajes de colores (nótese la ironía). Aún así, dejando a un lado la trama principal, vamos viendo entre líneas como DeMatteis continúa alternando de forma magistral la vida superheroica del Capi con la personal de Steve Rogers. De esta forma, seguimos viendo las idas y venidas con la vecina Bernie Rosenthal, o el reencuentro con un amigo de la infancia, Arnie Roth.
También hay sitio en estos números para Sam Wilson, alias el Halcón, que no solo ayuda al Capi a reventar cabezas de enemigos, sino que como civil intenta acabar con las injusticias de la sociedad que le rodea más de cerca, tal y como nos relata el guionista en estas páginas. Porque como comenté anteriormente, DeMatteis parece querer dar más importancia a la vida privada del superhéroe, ahondar en su vida y hacerlo más humano, algo así como lo que se hacía con Tony Stark en la serie de Iron Man. Todo ello regado con otro nuevo toque de novedad, porque si hay algo que también resalta en esta época de la serie, es el trabajo de DeMatteis para haber creado momentos y personajes que aún perduran hoy en día. Buen ejemplo de ello es el villano conocido como Alimaña.
Ahora bien, como en toda historia del Capi que se tercie, no se puede dejar de lado el pasado del personaje en la Segunda Guerra Mundial, ya sea mediante flashbacks o en la época actual. En esta caso es la segunda opción, ya que vemos como DeMatteis reúne a los Comandos Aulladores para acabar con el Barón Strucker y sus soldados de Hydra. Una serie del Capitán América no es del Capitán América si no se recurre a los grandes clásicos del personaje.
Habiendo resumido todo bastante por encima, porque tampoco hace falta entrar en detalle de todas y cada una de las historias, se hace notar que DeMatteis se encuentra ya más cómodo con el mando de la colección, adaptando al Capi a lo que parece que será su tónica general, y estableciendo su propio camino después de haber dejado definitivamente atrás lo que se venía haciendo con anterioridad. El guionista se siente libre para crear su propio material y a sus propios personajes, siendo algunos de tal relevancia que conseguirán poner en jaque a nuestro héroe e, incluso, ser abrazados por el Universo Marvel para volver de forma recurrente con el paso de los años, ya sea de mano del propio DeMatteis o de otros autores.
Ahora bien, no olvidemos que estos cómics datan de principios de los años 80, y las historias de por aquel entonces distan mucho de la complejidad de las de ahora. Así, nos seguimos encontrando con tramas simples, diálogos sencillos pero sobrecargados, mucha voz en off explicativa y villanos ligeramente estúpidos. Eso sí, todo ello muy efectivo en manos de DeMatteis, que sabe perfectamente lo que se hace. Esto se extiende además a los dibujos, muy acartonados y poco dinámicos, pero no por ello faltos de calidad. Repito, es material de otra época, y aunque Mike Zeck no era el mejor, sí que era espectacular y un gran cumplidor que, a estas alturas, ya estaba perfectamente acoplado con DeMatteis. Y eso se nota.
Como apunte en cuanto al apartado gráfico, comentar que hay cosas por medio obra de otros dibujantes, especialmente el Anual incluido, algo que no no encaja demasiado bien en la obra en general y que aporta un bajón gráfico importante, pero que al fin y al cabo es normal al tratarse de un tomo recopilatorio.
Seguimos pues con una de las etapas más clásicas, en el sentido de antigua y de imprescindible, del Centinela de la Libertad. Es un poco arenosa y difícil de digerir para los acostumbrados al material actual, pero bastante recomendable para los fans del personaje, y bastante importante para su futuro.