Continuamos con la publicación en España de los números de la serie original de Nova, una serie un tanto polémica desde sus comienzos por su premisa y su nuevo planteamiento protagonizado por un niño. En este 100% Marvel. Nova 2: Infinito de Panini Comics, se recogen los números 6-10 USA, que cuentan con el debut de un nuevo equipo creativo formado por el guionista Zeb Wells (salvo el último número, obra de Gerry Dugan) y el dibujante Paco Medina.
Como siempre ocurre en estos casos, dura tarea la del guionista que recoge el testigo, y más aún cuando el creador de este proyecto, Jeph Loeb, abandona la serie tras un único arco argumental. Afortunadamente para Wells, el listón estaba realmente bajo, partiendo de una historia de origen bastante manida e infantil que, como comentamos en la reseña del primer tomo, apenas se salvó por los dibujos de Ed McGuinness.
Por desgracia, el señor Wells decepciona y no abandona el tono infantil de la serie, de la que el único punto positivo que se puede extraer es que, al menos, es accesible para todo el mundo sin necesidad de ser un veterano o entendido del Universo Marvel. Pero la cosa va más allá, porque si Loeb mezclaba los orígenes del joven personaje con la búsqueda de la verdad acerca de su padre y los viajes espaciales, Wells abandona eso para regresar a la Tierra y convertir a Sam Alexander en otro superhéroe novato que debe lidiar con sus poderes y los aspectos cotidianos de la vida. Para colmo, el guionista tira de las clásicas y facilonas apariciones estelares (como por ejemplo la de Spiderman), haciendo uso así de un recurso que muchas veces solo sirve para completar la falta de ideas.
Curiosamente, quizás a modo de corrección, cuando Gerry Dugan recoge (una vez más) el testigo de la serie en el número 10, asistimos rápidamente al regreso del personaje al lugar donde debe estar: el cosmos. Y es que o sabemos si el paso de Wells por esta serie ha sido planeado como algo circunstancial desde el comienzo, o si se produjo de nuevo un cambio debido a su desvío de la idea inicial de la serie. Sea como sea, estamos ante la difícil situación de que mucho tienen que cambiar las cosas para que esta serie se mantenga a flote, o al menos para que empiece a remontar el vuelo y a contener algo de material de calidad.
Del mismo modo que ocurrió con los primeros números de McGuinness, el cómic se salva de la quema por los dibujos de Paco Medina. El mexicano mantiene la línea seguida por su predecesor, con trazos claros, sencillos y, aunque pueda parecer contradictorio, espectaculares en sus escenas de acción. Guste o no, este estilo encaja con la atmósfera de la serie, donde ese aura infantiloide reclama un dibujo fácil y rápido de seguir, pero al que Medina sabe darle un toque de maestría que hace que sea apreciable hasta por los más entendidos.
En definitiva, y aunque parecía imposible, este tomo supone un bajó con respecto al primero, y lo único que podemos esperar que es que Duggan sepa darle un tono que por fin comience a agradar al grueso de los fans del lado cósmico de Marvel, especialmente ahora que está tan de moda.