A pesar de ser una continuación directa del primer tomo de Panini Comics, puesto que este 100 % MAX. Lobezno MAX 2: Huida de L.A. contiene los números 6-10 de la serie original USA, Wolverine MAX, comenzamos un arco argumental completamente nuevo en el que el status quo de Logan ha cambiado ligeramente con respecto al tomo anterior.
Después de su accidentada aventura en Japón, nuestro antihéroe se ha dirigido a la ciudad destino del avión en el que sufrió el accidente, Los Angeles, donde espera descubrir detalles que le ayuden a recuperar su memoria. Aunque la trama principal sigue de fondo, que no es otra que la clásica búsqueda de su pasado con la que ha estado cargando Lobezno durante tantos años, estos números dejan eso como telón de fondo para centrarse en una historia de origen fortuito y final trágico.
Jason Starr aúna de nuevo la versión clásica de Lobezno en un nuevo mundo que, dicho sea de paso, hace honor al sello MAX con una buena dosis de sexo, violencia y lenguaje obsceno. Tampoco es que esta versión se aleje demasiado del personaje que ya conocemos, pero sí que se nos muestra, consecuentemente, totalmente desatado en todos los aspectos.
Con esta aventura cerrada y auto-conclusiva, que sirve de parón en la trama principal (aunque sin perderla nunca de vista), Starr se muestra más suelto y más cómodo, y nos presenta un material que aumenta sustancialmente en cuanto a calidad con respecto a los números anteriores. Lobezno quiere seguir descubriendo detalles sobre su vida, pero se lo toma con calma, y no duda en ayudar a una desconocida que, como no podía ser de otra forma, está metida hasta el cuello en asuntos turbios.
Esta situación sirve para que veamos al Lobezno más salvaje, que incluso disfruta haciendo trizas a sus adversarios, pero también al más tierno y comprometido, que no duda en ayudar a la misteriosa mujer a pesar de saber en el fondo que le está engañando. Todo ello plagado de dudas, desconfianzas e instinto, porque si hay algo por lo que se guía nuestro querido mutante es por su instinto (muchas veces animal).
En el apartado gráfico perdemos de vista a Roland Boschi y Félix Ruiz, y damos la bienvenida a Leo Fernández, que se aleja (y con razón) de la temática gráfica oriental adoptada por sus compañeros en el primer volumen para presentar un dibujo sucio y ligeramente caótico que intenta retratar la parte más oscura de Los Angeles. Hay que decir que, si bien en los primeros números los dibujos no eran lo mejor de la obra, con la entrada de Fernández ocurre lo mismo que con el apartado narrativo, que no es otra cosa que un aumento de la calidad. Para nuestro deleite, Jock continúa siendo el artífice de las portadas, las cuales se pueden disfrutar al completo junto a una buena cantidad de bocetos y diseños incluidos al final del tomo.
Lo que debemos sacar en claro de este tomo es que supone un salto hacia adelante con respecto al primero, un aumento de calidad que nos deja con ganas de ver qué pasará con los siguientes números para comprobar si se mantendrá esta mejora exponencial. Además, cinco números de un entretenido cómic como es este por 11 € no está nada mal.