Imposibles Vengadores es una apuesta novedosa, un soplo de aire fresco para todos aquellos amantes de los mutantes y también de los Vengadores. Su premisa, al menos en teoría, se antoja apetitosa: un equipo compuesto por Hombres-X y Vengadores para oponerse a las amenazas propias de Hombres-X y Vengadores. Y, al menos al inicio, funcionó.
Porque la tónica que imprime Rick Remender a su colección empieza ya a ser reiterativa. El primer arco argumental, sólido y bien estructurado, nos brindó a un Cráneo Rojo (enemigo por antonomasia del Capi, y por extensión, de los Vengadores) con el cerebro del difunto Charles Xavier (el exponente número uno de la causa mutante). El mensaje lo entendimos con claridad. Pero por si quedaban dudas, Remender insiste: los Gemelos Apocalipsis (claro asunto mutante) criados por Kang (manera muy forzada de poner a los Vengadores en la ecuación). Y aquí comenzó el declive de esta gran serie, que parecía ser mariposa pero se quedó en crisálida.
No por la repetición del tema ya mentado, pues bien narrado podría haber dado mucho juego. Tampoco por los trazos de Daniel Acuña -aunque eso ayudó al hundimiento, me encantaba Cassaday- ni tan siquiera por el escaso interés que presenta Alex Summers como líder “a la sombra” de este llamado Equipo Unidad. Para mí, el gran error de Remender fue convertir Imposibles Vengadores en la heredera natural de X-Force, la anterior serie que él mismo escribía. Porque todo gira alrededor de los acontecimientos allí narrados: La muerte de Apocalipsis, la implicación de Lobezno en ella… No es un punto de partida como nos prometió Marvel NOW!; es una prolongación de otra cabecera. Para el lector no versado en X-Force, la trama de estos Imposibles Vengadores se antoja caótica, fragmentada, cuesta ubicarse en una historia que no hace especial hincapié en situar a los lectores noveles.
Y prueba de ello es que desde Marvel hayan acudido al genial artista Steve McNiven para intentar reflotar el bajón de calidad que está experimentando la serie. Y es que McNiven lo borda.
Ya metidos en materia, Imposibles Vengadores Nº 14 realza en parte el vuelo gracias a la acción trepidante y al sangriento duelo que mantienen Thor y Uriel. Un combate cargado de épica, especialmente por el emotivo encuentro post-mortem con Wanda. Eso da alas a Thor, refuerza su convicción y su responsabilidad hacia su cometido, pues cabe recordar que fue él quien encantó al hacha Jarnbjorn cegado por su sed de venganza en ser derrotado por Apocalipsis. McNiven lo recrea a la perfección en esa escena muda de él cerrando los ojos a Wanda.
Y ya está. Poco más podemos salvar, no solo de esta grapa en cuestión, sino de todo el arco argumental. Sí, McNiven está inmenso. Sí, el Capi luce como antaño. Y poco más. Porque todo cae en saco roto. Wanda no logra su cometido, muere por nada -al igual que el Hombre Maravilla-. Y no solo eso, sino que gracias a -o por culpa de- Wanda la batuta del punto de vista pasa de Kaos y Lobezno a Thor y el Capi. Una forma algo simplista de eliminar de la ecuación a un Alex Summers que estorba más que otra cosa. Cedemos parte del protagonismo a la Avispa (aún me estoy frotando los ojos tras verla derrotar al Vigía revivido), no sin antes detenernos en el hecho más fundamental: que Inmortus espera con su Guardia del Infinito.
¿Por qué es tan trascendente este detalle? Muy sencillo: porque el final de la saga que nos ocupa es previsible. Remender, en poco más dos números, ha narrado la muerte de Pícara, del Hombre Maravilla y de Wanda. No solo eso, sino que además ha desfigurado al Capi y Thor parece haber perdido un brazo (o buena parte de él). Es evidente que Inmortus, como amo del tiempo, jugará un papel fundamental y devolverá las cosas a su cauce revirtiendo los hechos acontecidos en el Arca de los Gemelos. Solo puedo augurar un final parecido, pues nadie entiende -y de hecho, muchos lectores se han quejado a Marvel- por qué si Wanda consigue reunir a todos los mutantes en el Arca las demás colecciones de Hombres-X no se hacen eco de ello.
Y espero equivocarme, que no se retome el status quo como si nada hubiera ocurrido. No por morboso, no he disfrutado viendo morir a tres Vengadores. Vale, con Pícara sí, pero ya está. Espero equivocarme y que Remender logre un giro brusco, un toque brillante y genial que me obligue a entonar el mea culpa. Pero lo dudo.
Algo sí debo reconocerle a Remender, por mucho que me pese: ha hecho de los Gemelos Apocalipsis unos adversarios formidables. Ha tejido una sensación de desesperanza, de derrota inevitable. Por desgracia, eso ha mermado mucho la calidad de la serie.
La apuesta por McNiven ha sido un revés ingenioso, eso es indiscutible, y el cliffhanger de la última página (Thor herido contra Eimin empuñando a Jarnbjorn) da esperanzas a aquellos escépticos como yo que aún ven la luz al final del túnel. Porque, insisto, Imposibles Vengadores atesora un potencial enorme. Esperemos que Remender sepa volver a aprovecharlo.