Con varias series arácnidas no protagonizadas por Spiderman danzando por ahí, era cuestión de tiempo que nos llegase algún tipo de crossover entre ellas. Por un lado tenemos la serie regular del renovado Veneno, una serie protagonizada por un Flash Thompson que ha conseguido dominar al simbionte y se ha puesto a las órdenes de S.H.I.E.L.D. para cumplir misiones como agente de operaciones especiales. Por otro, tenemos la serie regular de Araña Escarlata, un Kaine que ya no está enfermo y que se ha mudado a Houston para comenzar una nueva vida y buscar redención dándoselas de superhéroe. Para rematar, está Matanza, más sanguinario y loco que nunca, el cual últimamente a resurgido de las cenizas del Universo Marvel para protagonizar un par de miniseries tan brutales como entretenidas.
Ahora cojamos esos tres personajes, recuperemos el sabor de ese infame crossover de los años 90 titulado Matanza Máxima y metámoslo en una batidora con el Microverso (sí, habéis leído bien, el Microverso). El resultado es esta historia titulada Minimum Carnage, jugando inteligentemente con los ingredientes anteriormente mencionados, un crossover publicado en las series originales Venom y Scarlet Spider, junto a dos especiales Alpha y Omega, que ahora Panini Comics recopila en el tomo 100% Marvel. Veneno/Araña Escarlata: Matanza Mínima.
Como siempre ocurre en estos casos, los héroes se ven envueltos en la aventura de forma casual, siendo el caso de Veneno por encontrarse en una misión y el de la Araña Escarlata simplemente porque los acontecimientos se desatan en Houston. Así, de buenas a primeras, Matanza es liberado de prisión por unos nuevos «amigos» del Microverso, cuyo objetivo es llevar al simbionte a su lugar de origen por motivos que se revelarán más adelante.
Veneno, siguiendo su nuevo código ético y de conducta, persigue al malvado villano con el fin de detenerlo, mientras que Kaine lo hace a desgana y únicamente porque todo se está desarrollando en su ciudad. El caso es que, por una cosa o por otra, todos acaban cruzando un portal creado en un laboratorio que les lleva directamente al Microverso, donde se unirán sí o sí a una lucha por el control y la salvación/destrucción de todo lo que existe.
La historia en general es típica a más no poder en todos y cada uno de sus elementos. Dos héroes, uno implicado y el otro a regañadientes, se unen para detener la destrucción del universo a manos de un megalómano con ansias de poder infinito. Este villano superior, tiene como intención utilizar a Matanza para crear un ejército de simbiontes que destruya al dios del Microverso, con el único fin de erigirse él mismo como nuevo dios. Obviamente, tenemos en la mezcla a ese dios al que intentan destruir y a un grupo de resistencia seguramente conocido por muchos de vosotros, los Micrones.
A partir de aquí, tenemos mucha acción, mucha sangre, mucha carnicería y muchos simbiontes. Matanza se muestra desatado como nunca, con hambre de destrucción y muerte, y ante tal actitud la Araña Escarlata no se corta un pelo. Veneno actúa de forma más recatada, pero el Microverso no es lugar para simbiontes, y en ocasiones le cuesta controlarse y sale «el veneno» que lleva dentro. Así que ya sabéis, lucha sin cuartel ni medida.
Como digo, la historia es ultra típica, pero al menos los guionistas la han sabido hilar a la perfección. Y es que no olvidemos que, aunque aquí la tengamos en un tomito toda junta, esta historia se ha ido publicando de forma alterna en las series regulares de Veneno y la Araña Escarlata, y ha sido trabajo tanto de Bunn como de Yost, según correspondiese. La verdad es que cuesta acostumbrarse a ver a un Veneno tan bonachón, siempre buscando el bien y haciendo honor a la ya manida premisa de su adorado Spiderman, pero se complementa bien con el desdén y la actitud pasota de Kaine, que siempre tiene a punto algún comentario punzante, hiriente, irónico y no falto de humor. Lo de Matanza, recordemos que bajo el simbionte está el asesino en serie Cletus Kasady, ya es harina de otro costal, porque imaginando al ser más sanguinario, retorcido y homicida que se nos pueda venir a la cabeza, solo alcanzaríamos un 20% de aquello de lo que este ser es capaz.
Hablando de los lápices, el trabajo se divide en tres partes. Por una arte Khoi Pham se encarga de los números de la Araña Escarlata, por otro Declan Shalvey se encarga de los números de Veneno, y finalmente Lan Medina dibuja los números especiales de apertura y cierre, Alpha y Omega. Afortunadamente, leyendo todos los números juntos apenas se aprecia cambios de estilo entre un número y otro, pero siendo meticulosos, sí que podemos destacar cosas aquí o allá.
Por quedarme con algo, destacará más sobre el resto el trabajo de Shalvey, dibujante de Veneno, que aporta una ambientación más oscura. Aunque siendo sincero, quizás esté poniendo esto como excusa por no ser demasiado seguidor de los lápices de Khoi Pham. Que por cierto, vale que Kaine es un clon de Peter Parker, y vale que Yost siempre juega a que confundan a la Araña Escarlata con Spiderman, pero no hace falta que Pham también juegue al juego de los clones.
En el punto en el que quizás se note más la diferencia Shalvey-Pham-Medina es a la hora de dibujar a Matanza, ya que se trata de un personaje muy cambiante, muy poco estable y que da mucho juego a la hora de mostrarse creativo. Aquí, me gusta mucho el toque que le da Medina.
Aunque este no es un tomo que romperá estándares, al menos cumple con el cometido de entretener al lector. La historia no tendrá trascendencia en el devenir del Universo Marvel, ni siquiera en el del universo arácnido o en el de los propios personajes implicados, pero sí que servirá para que un lector que no sigue las colecciones de Veneno y la Araña Escarlata, o que no se haya leído las últimas miniseries de Matanza, sepa un poco por qué terrenos se mueven Flash Thompson, Kaine y Cletus Kasady en la actualidad.