Aquí tenemos un nuevo tomo de Panini Comics destinado a recoger una de las mejores etapas clásicas de Iron Man, una serie de publicaciones que terminará el mes que viene con el tomo El Otro Lado de la Locura. Ya os hablamos de A Merced de Mis Amigos, al que siguió El Demonio en una Botella, después El Héroe Interior y ahora llega Marvel Gold. Iron Man: La Caída del Pozo Estelar, 216 páginas que abarcan los números Iron Man Nº 140-148 USA.
En esta ocasión, contamos de nuevo con el trabajo de David Micheline y Bob Layton en los guiones, y del propio Layton junto a John Romita Jr., que vuelve para sustituir a Sal Buscema, en los dibujos.
Lo cierto es que poco podemos decir que no hayamos dicho ya en las reseñas de los tomos anteriores, puesto que las bases son las mismas en todos los aspectos, ya sean narrativos o artísticos. El Tony Stark que vemos en estas páginas es el mismo del tomo anterior, un personaje más confiado y más seguro de sí mismo, ya recuperado de los eventos de El Demonio en una Botella.
La labores de Tony Stark siguen teniendo que ver con abordar varios frentes de forma simultánea: la gestión de una gran empresa multinacional, las funciones de guardaespaldas / superhéroe con la armadura de Iron Man, y el tratamiento de sus relaciones personales. Todo ello aderezado con ese halo de planes maestros y espionaje que, esta vez, incluso llevan a nuestro héroe al espacio.
En el campo empresarial vuelven a dar señales de vida Justin Hammer y empresas de dudosa reputación como CORDCO o ROXXON, mientas que en el campo meramente superheroico tenemos enfrentamientos contra villanos no demasiado destacados como Látigo Negro (antiguo Latigazo), los Saqueadores o Solturión. Es curioso ver cómo Micheline y Layton retratan de una forma diferente pero elaborada la lucha empresarial por conseguir el dominio del mercado y la tecnología armamentística. Algunos de los villanos ni siquiera son precisamente villanos propiamente dichos, pero se da el caso de que trabajan para unas compañías sin escrúpulos que hacen lo que sea necesario para conseguir sus objetivos.
Y es que prácticamente todo lo que vemos en este tomo, dividido en tres historias o arcos argumentales, se basa o viene originado por luchas o problemas empresariales, siempre con Industrias Stark Internacional de fondo.
Pero casi más importante que esto es lo que ocurre en el campo personal, donde siguen creciendo en protagonismo Bethany Cabe, que continúa siendo el principal interés amoroso de nuestro querido protagonista, y James «Rhodey» Rhodes, que se establecerá definitivamente como mejor amigo de Tony. Precisamente esto último, sirve para dar una nueva vuelta de tuerca al origen de Iron Man, ya que se relatan los hechos de cómo se conocieron Stark y Rhodey años antes.
Obviamente, el tratamiento general de la obra sigue teniendo los tintes clásicos de la época. Uso de narrador, excesivas voces en off, necesidad de explicar detalladamente cada mínimo movimiento y dibujos un poco robóticos y coloridos. No es que esto sea una pega, puesto que es parte de la época en la que se publicaron estos cómics, así que es algo que hay que aceptar, guste más o menos.
Eso sí, se agradece el regreso de Romita Jr., que aunque en estos momentos aún no estaba en el mejor momento de su carrera, ya apuntaba maneras, y sí que aporta un grado de calidad que echamos de menos en el tomo anterior. Lamentablemente, el dibujante tampoco se desata del todo, puesto que busca adaptarse al estilo de dibujo que viene siguiendo la serie desde números anteriores.
Ciertamente, este tomo se antoja imprescindible para los que llevamos siguiendo esta reedición desde su comienzo el pasado mes de abril, amén de ser, como ya comentamos en ocasiones anteriores, una de las mejores y más destacadas etapas del Hombre de Hierro.