Marvel NOW! ha supuesto un nuevo comienzo para el 90% de las colecciones de Marvel Comics. Por un lado, varias cancelaciones, y para la mayoría de supervivientes, cambio de numeración, cambio de equipos creativos y, en el caso de colecciones protagonizadas por equipos de personajes, cambio en sus alineaciones. Una reestructuración en toda regla que, si bien no es un reinicio del Universo Marvel, es lo más parecido a una renovación que se podía hacer en el seno de la editorial.
Una de esas colecciones que se decidió mantener, pero que empezó desde cero, fue Thunderbolts. El nuevo equipo creativo encargado de intentar revitalizar una colección que nunca ha sido de las de primera línea, caminando siempre entre los límites de la cancelación, es el formado por Daniel Way en los guiones y Steve Dillon en los dibujos.
Recapitulando un poco, tenemos que los Thunderbolts fue un grupo creado en 1997 por Kurt Busiek, en el que varios villanos se hacían pasar por superhéroes para, en el momento más inoportuno, dar la puñalada trapera por la espalda. Esto evolucionó poco después, conviertiéndose en un grupo en el que esos villanos vieron la luz y consideraron sus actividades encubiertas como una forma real de redimirse.
Con la llegada de Reinado Oscuro y de Warren Ellis a la serie, Norman Osborn remodeló a los Thunderbolts para crear un grupo de villanos que, dentro de los límites legales, tenían como misión acabar con los superhéroes.
La última iteración del grupo, la más reciente y de la que podéis conocer algo en nuestra reseña de 100% Marvel. Vengadores Oscuros 1 – Los Más Poderosos de la Tierra, fue una en la que se recuperaba la tónica de villanos en busca de redención. En esta ocasión, se encargó a Luke Cage la tarea de liderar a un grupo de supervillanos controlado para llevar a cabo misiones concretas en aras del bien.
Terminada esta última etapa y comenzando una nueva era, era inevitable un nuevo conjunto de personajes, y desde la Casa de las Ideas optaron por reclutar a cuatro de los grandes clásicos de la editorial junto a una de las novedades de los últimos años: Veneno, Elektra, Masacre, el Castigador y Hulk Rojo. Nótese que todos ellos son anti-héroes amorales, personajes que opinan que el fin justifica los medios, que se mueven entre el bien y el mal según la situación, y que han sido siempre principalmente solitarios, con el consecuente juego que puede dar eso.
El tomo de Panini Comics 100% Marvel. Thunderbolts 1 recopila en 136 páginas los seis primeros números de la serie, lo justo para comprobar si Daniel Way, en alza por su trabajo en la serie de Masacre, y Steve Dillon, que siempre será recordado como el dibujante de Predicador, nos traen una serie a tener en cuenta.
El General Ross, ahora Hulk Rojo, es el encargado de liderar a un equipo en el que ninguno de sus miembros quiere estar. No confían en el resto, no se llevan bien, no les gusta trabajar con gente y por ello surgen roces constantemente. Sin embargo, cada uno tiene una serie de asuntos y motivaciones que, de alguna manera, le obligan a colaborar con el resto. Sin querer, y sin darse cuenta, funcionan bien como equipo, pero a la hora de la verdad cada uno hará las cosas por su cuenta y a su manera.
Como primer arco argumental, tenemos una historia clásica para todo equipo de operaciones encubierto que se precie: derrocar a un dictador de un país oriental por ahí perdido que dispone de armas de última tecnología. Sin duda, un espacio ideal para que Way de rienda suelta a todo su potencial y al de la serie. Nombrar a personajes como Masacre, Punisher o Elektra es pensar en muerte, sangre, desmembramientos y todo tipo de violencia gratuita, algo en lo que la serie no se queda corta. A eso añadimos también el humor del que el guionista hizo gala en Masacre, y que de algún modo continúa aquí al contar también con el Mercenario Bocazas en el equipo. Y ya puestos, dada la carta blanca, también tendremos algo de sexo y lenguaje corrosivo.
La sensación general es como si Daniel Way siguiese escribiendo en la serie de Masacre, pero con la diferencia de que esto ya no es la serie de Masacre. El guionista cuenta con cuatro personajes más con mucho potencial, por los que otros guionistas matarían, y sin embargo no consigue sacarles rendimiento. Viene a ser algo parecido a cuando un equipo de fútbol cuenta con los mejores jugadores del mundo, pero el entrenador no consigue que jueguen bien juntos. La sensación de material desaprovechado se hace patente en estos primeros números, pero es cierto que la cosa está empezando, y bien podría cambiar en un futuro no muy lejano.
En cuanto a Steve Dillon, podríamos decir que, a priori, esta debería ser una serie perfecta para él. Violencia, humor negro y sarcástico, y personajes oscuros, buenos elementos para adaptarse a ese trazo y ese estilo tan característicos. Sin embargo, no me acaba de convencer el estilo general de la serie. Los dibujos parecen demasiado forzados, principalmente las caras y las expresiones, y dan una sensación de imágenes superpuestas con un aspecto «demasiado digital». Y simple, todo muy simple, sin pararse a añadir detalles ni complicarse mucho la vida.
En definitiva, y aunque se deja leer, el comienzo de la serie no nos ofrece lo que cabría esperar de ella. La premisa general está bien, y tiene mucho potencial, pero lo siendo por Way. El guionista no parece estar a la altura, y mucho tendrá que demostrar en adelante si no quiere acabar recogiendo sus bártulos para cambiarse a otra cosa. Por otro lado, y basándonos precisamente en el citado potencial de la serie, vamos a partir de que los comienzos siempre son difíciles, y más cuando cuentas con un grupo de personajes con los que no has trabajado nunca y a los que les tienes que coger el truco. Así que crucemos los dedos y demos un voto de confianza a lo que está por venir.