[Crítica] Marvel Gold. Lobezno y Nick Furia – Conexión Escorpio

Marvel Gold. Lobezno y Nick Furia - Conexión Escorpio

Marvel Gold. Lobezno y Nick Furia - Conexión Escorpio

No podemos negarlo, a los lectores de cómics nos gustan los antihéroes, esos protagonistas que luchan por el bien pero siguiendo sus propias reglas, y siguiendo en la mayor parte de los casos la premisa que dicta que el fin justifica los medios.

Dentro de este perfil entra, sin duda alguna, Lobezno, uno de los personajes de Marvel Comics más queridos por los fans, y uno de los personajes más brutales e implacables que podemos encontrar en las páginas de las publicaciones de la Casa de las Ideas.

Pero en ese perfil también encaja otro personaje que, si bien nunca ha sido de los más destacados, siempre ha estado ahí desde los inicios y sin él el Universo Marvel tal y como lo conocemos no sería el mismo. Hablamos de Nick Furia, el incombustible Director de S.H.I.E.L.D., que si bien ahora está un poco más en el candelero gracias al Universo Cinematográfico de Marvel, en realidad siempre ha sido más de mover los hilos desde la sombra.

¿Qué pasaría entonces si se tuviese la genial idea de unir a estos dos personajes en una historia independiente? Pues que obtendríamos una trilogía de novelas gráficas que Panini Comics se ha encargado de recoger en un único tomo, Marvel Gold. Lobezno y Nick Furia – Conexión Escorpio. El libro recopila en 176 páginas las tres novelas USA Wolverine/Nick Fury: The Scorpio Connection, Wolverine: Bloody Choices y Wolverine and Nick Furia: Scorpio Rising, tres obras en las que los dos personajes se cruzan por diversas razones, destacando principalmente la lucha contra Escorpio, de la mano de los guionistas Archie Goodwin, Tom DeFalco y Howard Mackie, y los dibujantes Howard Chaykin, John Buscema y Shawn McManus.

A pesar de la presencia de Lobezno, podemos decir sin miedo a pillarnos los dedos que, en general, el auténtico protagonista es Nick Furia. Solo hace falta leer título, que hace referencia al clásico villano de Furia, Escorpio, para darse cuenta que lo que nos vamos a encontrar son historias igualmente clásicas del veterano agente de S.H.I.E.L.D. Siendo así, también es fácil deducir que, una vez más, lo que tenemos delante son historias de espionaje y conspiraciones que beben directamente del pasado del personaje en la época de Jim Steranko. Al fin y al cabo, Nick Furia siempre ha sido el James Bond de Marvel Comics.

Lobezno y Nick Furia: Conexión Escorpio

Por tanto, para ir descartando detractores y captando a los fans, Goodwin nos plantea en la primera parte una trama al más puro Bond de los años 70, con toda su internacionalidad, su chulería, su uso de gadgets, su arrogancia, su confianza, su espionaje y, por supuesto, su acción. Y lo hace creando una atmósfera bastante curiosa en la que Furia comienza a sentirse fuera de lugar debido al paso de los años, la llegada de sangre nueva, la evolución de la tecnología y, lamentablemente, su soledad. El personaje parece haberse quedado anclado en sus andanzas en la Segunda Guerra Mundial, y aunque ha ganado peso dentro de la comunidad superhéroica y ha conseguido consolidar a S.H.I.E.L.D. como la agenda que es hoy en día, Furia se siente desplazado. Es por eso que el regreso de Escorpio supone una oportunidad de oro para que el tipo del parche en el ojo demuestre a todo el mundo, incluido él mismo, que aún es el que era, y que lo será durante muchos años más.

Los dibujos de la primera novela corresponden a Howard Chaykin, uno de esos artistas que podríamos decir que se quedaron en un «quiero y no puedo». Despuntó en su momento, allá por los años 80, pero se quedó tan estancado que pronto sus dibujos pasaron a ser del montón, también correctos, pero del montón. De esta forma, lo que vemos aquí es más de lo mismo, suficiente para no destacar por malo, pero insuficiente para destacar por bueno.

La historia de la segunda novela es casi lo que en realidad queremos ver cuando nos compramos un tomo como este. Poneros en situación: Por un lado tenemos a Nick Furia protegiendo a un narcotraficante que se ha entregado y que quiere delatar al cartel para el que trabajaba, y por otro tenemos a Lobezno queriendo matar a ese narco debido a todo el mal que ha hecho. El guionista al cargo es Tom DeFalco, y no le tiembla la mano a la hora de presentar una historia mil veces contada, la de la lucha contra la voluntad en favor del deber y el honor, contra la búsqueda de justicia por la vía rápida. El hecho de que se trate de una novela gráfica le da un poco de libertad al guionista para abordar temas espinosos o mostrar violencia, pero tampoco lo hace de forma gratuita. Al final, todo gira en torno a los códigos éticos por los cuales se rigen Furia y Lobezno, y el resto de cosas quedan un poco al margen.

Lobezno: Decisiones Sangrientas

La creación del apartado gráfico recae sobre John Buscema, uno de los grandes de la historia de la industria, y «el muy canalla» hace honor a su reputación en cada viñeta. Durante toda la obra Buscema lleva a cabo un despliegue de medios basado plenamente en su estilo clásico, para regocijo de los lectores, y verlo dibujar de nuevo a Lobezno es un placer en toda regla.

La tercera historia del tomo sería, en teoría, una continuación directa de la primera, en la que incluso tenemos de vuelta al dibujante Howard Chaykin, que esta vez se encarga del guión y cede los pinceles a Shawn McManus. Sin embargo, de continuación tiene bien poco, y la única relación existente es la presencia del propio Chaykin y de los personajes Lobezno, Nick Furia y Escorpio.

Wolverine and Nick Furia: Scorpio Rising

Esta pretensión de secuela de la que solo se aprovecha el nombre, podríamos obviarla si la calidad así lo motivase, pero lo que no podemos pasar por alto es que este cómic es un desastre de principio a fin. Bienvenidos a los años 90, ese periodo oscuro de Marvel Comics donde los guiones eran malos y los dibujos peores, lamentablemente un reflejo de casi toda la industria de la época en general. Además, el hecho de que esta historia vaya incluida en un tomo junto a dos obras bastante decentes hace que la percepción sea aún más baja. Y un servidor no puede evitar que esto le recuerde a Rob Liefeld, del que no es que sea precisamente un fan.

El guión de Chaykin es flojo no, lo siguiente, como si lo hubiese escrito en una tarde aburrida sin prestarle demasiada atención, o bien como si le hubiesen obligado bajo tortura y peligro de muerte. Los dibujos son horrendos, y es que si ya lo eran en la época, el hecho de que ese estilo ya haya pasado de moda (afortunadamente) nos hace verlo ahora con más terror si cabe. Un consejo: ni os molestéis en leerlo, saldréis ganando para no perder el tiempo.

Quitando este añadido sobrante, las dos primeras historias hacen que el tomo sea bastante apetecible, y posteriormente genere satisfacción. Lástima que no se hubiese optado por descartar la tercera historia para así, además, reducir el precio del tomo.