No es que haya sido la mejor serie de la historia, pero son el Capitán Marvel y Peter David, mano a mano, codo con codo. Por ello, agradecemos que Panini Comics haya publicado el tomo Colección Extra Superhéroes. Capitán Marvel 1 – Primer Contacto, que incluye las 344 páginas que recopilan los primeros 14 números del quinto volumen de este personaje.
Antes que nada, hay que decir que, como se comenta en el prólogo incluido en el tomo, esta obra fue más resultado de tema de derechos que de otra cosa, ya que Marvel Comics debía publicar material del personaje cada cierto tiempo si no quería perder el derecho a publicar cómics usando su nombre. Este lanzamiento forzado comenzó de la mano de Fabian Nicieza a principios de los años 90, pero en la persona de Genis-Vell, el hijo del fallecido Capitán Marvel original, y fue un completo fracaso debido a la extraña vuelta de tuerca que se le dio al personaje.
Pocos años después, hubo un segundo intento durante Siempre Vengadores, donde Kurt Busiek optó por recuperar la esencia clásica del personaje haciendo que Genis-Vell continuase con el legado de su padre, incluyendo la conexión física y psíquica con Rick Jones. Como secuela directa de esto, llegó una nueva serie regular del Capitán Marvel, que supuso el tercer volumen, y de la que se ocupó el guionista Peter David.
Viniendo de David, lo primero que cabría esperar es una gran dosis de humor en la serie, y hacerlo no es ir desencaminado. David convierte la serie desde el primer momento en una especie de comedia de televisión en la que solo faltan las risas enlatadas. Y es que los personajes se prestan a ello, porque tenemos como protagonistas absolutos a un Capitán Marvel que todavía no está familiarizado con sus poderes ni con las costumbres terrícolas, y a un Rick Jones que, a pesar de no tener superpoderes, cuenta con sobrada experiencia en el mundo de los superhéroes. Ah, y además es un cachondo mental.
Esta curiosa tesitura, donde un personaje que tiene poderes no sabe cómo, cuándo ni dónde usarlos, mientras que otro que no los tiene posee un dominio total de cada situación, es una fuente inagotable de momentos cómicos. Además, hay que añadir factores como que ambos personajes no pueden estar físicamente en el mismo sitio, pero sí se comunican mentalmente para ver y oír lo del otro y hablar entre ellos. Y repetimos, Rick Jones es un cachondo mental.
A esto, hay que sumar las presencias constantes de los personajes secundarios, que no hacen más que echar leña al fuego de las situaciones graciosas. Por un lado está Marlo, la mujer de Rick Jones, de la que se separó temporalmente y con la que está en pleno proceso de reconciliación. La separación vino provocada, en gran parte, por la doble vida de Jones en el campo de los superhéroes, por lo que la reconciliación no va a ser fácil ahora que Jones vuelve a estar metido en eso hasta el cuello.
Estableciendo una especie de paralelismo con la relación Capitán Márvel – Rick Jones, y de nuevo aportando gotas de humor, está la presencia de Lorraine, una actriz que muere en cierto punto y a partir de ahí se aparece como fantasma solo a ojos y oídos de Marlo. Y, por supuesto, no pueden faltar representantes del lado cósmico inevitablemente ligado al personaje. En este caso, contamos con la presencia de Dragón Lunar y de Drax el Destructor, e incluso durante un tiempo de Estela Plateada, tres personajes que sirven como medio para la trama de algunos números, pero que no se antojan imprescindibles.
Como suele ocurrir en los comienzos de una serie, y esto es algo que aun servidor no le gusta en absoluto, los primeros números son un cúmulo de historias poco conectadas que giran en torno a la aparición estelar de personajes conocidos del Universo Marvel. Así, aquí contamos con las presencias de Hulk, Wendigo, enemigos del Capitán Marvel original e, incluso, una aventura compartida con el propio Mar-Vell que homenajea los tiempos clásicos del personaje. Sin embargo, en este tomo, vemos como David abusa especialmente de ello, construyendo por completo una serie que se basa y depende directamente de hechos pasados que el lector no tiene por qué conocer, y que no se explican en ningún momento. Afortunadamente, estos hechos no se convierten en algo que impida disfrutar de su lectura.
Partiendo pues de todo esto, y teniendo en cuenta que se trata siempre de una serie de superhéroes con grandes tintes de humor, nos podemos centrar en un Peter David desatado haciendo las cosas como a él le gustan, tal y como hizo en El Increíble Hulk hasta que dejó la serie, convirtiendo estas nuevas aventuras del Capitán Marvel en una especie de extensión de aquello, pero con personajes diferentes. El guionista tarda en desarrollar esos personajes, lo que implica tardar unos cuantos números en calarlos, dificultando la inmersión en las historias y la comprensión de las gracias de turno. Es como si David contase con que el lector ya los conoce y lo plantea todo como una continuación, un error en toda regla cuando se trata del comienzo de una nueva serie.
Afortunadamente, no todo es humor, y David no duda en ponerse serio cuando la ocasión lo requiere, haciendo un repaso por la industria del cómic, retratando los tópicos de los procesos de creación de los tebeos o, incluso, abordando denuncias y críticas de amplio calado social.
En cuanto al dibujo, el señor encargado de las labores principales es ChrisCross, que se muestra muy apto en algunos aspectos y deja bastante que desear en otros. Por un lado destaca en el manejo de la caracterización de los personajes, algo bastante imprescindible en una serie con tanta carga de humor como esta. Las expresiones creadas para muchas situaciones a veces hablan por sí mismas, y otras aportan un grado más de humor a los textos de David.
Por otro lado, y dejando a un lado los horribles diseños femeninos propios de los años 90, bastante comunes en la época, el dibujante se pierde enormemente en las escenas de acción, convirtiendo muchas de ellas en meros garabatos llenos de rayos y colores en los que es imposible saber realmente qué es lo que está pasando. En más de una ocasión, un servidor ha tenido que imaginar, deducir y recrear en su cabeza la escena debido a la confusión de lo que estaba viendo plasmado en las páginas.
En cierto modo, podemos decir que el dibujo cumple con lo que cabría esperar, y el estilo se adapta bien a lo que la serie requiere de él. El hecho de que ChrisCross falle tan estrepitosamente en aspectos cruciales de un cómic de superhéroes es lo que, probablemente, ha hecho que el dibujante se quedase en el escalón de eterna promesa.
Bien es cierto que la sensación general de este tomo es que deja con ganas de más, curiosamente tanto en el aspecto de querer seguir leyendo como el de que le falta algo. Arranca unas risas y se lee fácilmente, pero el sentimiento de intrascendencia se hace patente continuamente, en algunos momentos incluso demasiado. Independientemente de esto, es bueno ver a David otra vez en su salsa, aunque sea con altibajos, así que si el guionista es santo de tu devoción no deberías dudar a la hora de hacerte con esta obra. Por contra, si siempre has sido un detractor, estos cómics no serán los que te hagan cambiar de opinión.