Decíamos el otro día que el Sr. Dan Jurgens se había quitado de en medio a El Padre de Todos de la manera más típica (Surtur mediante) y que había sentado en el trono de Asgard a su hijo martilleante para gobernar.
Y aquí es cuando el guionista realiza una gran labor, al menos bajo mi punto de vista. Por un lado vemos como los asgardianos (¿o son asgardienses?) no están demasiado contentos con que sea Thor quien mande. Piensan igual que todos aquellos que cambian de soberano, que no está a la altura de su predecesor, además de que parece que este se preocupa más de los midgardsienses (¿o son midgardnianos?) que de los suyos. Así que, para contentar a todos, se le ocurre la genial idea de trasladar Asgard a la Tierra. Y como por muy grande que sea el planeta hay que ir siempre a los mismos sitios, pues decide colocarla sobre el cielo de Nueva York, cosa que no agrada demasiado al resto de comunidad pijamera marvelita.
A partir de entonces Thor decide que si es un dios, pues habrá que comportarse como uno. Así que empieza a tomar partido en asuntos mortales: que si me cargo a un dicator por aquí, que si hago fértil un desierto por allá, que si ya que me pongo os curo unas cuantas enfermedades, etc. Y así a poquetes va enfureciendo al resto de religiones terrestres que no ven con demasiados buenos ojos esta implicación del Dios del Trueno en los asuntos mortales. Y, sobre todo, porque sus fieles cada vez van disminuyendo más en número…
Y de golpe y porrazo nos mete un salto en el tiempo que te cagas, quince años nada menos (que esto se publicó en el 2005). De repente estamos en el 2020 y todo ha cambiado. Thor es el mandamás, ha montado una sociedad utópica sobre las ruinas de lo que fueron NY y Asgard, que fueron destruidas en la guerra entre humanos y dioses. ¿Pero realmente es una utopía? Pues como pasa en estos casos, va a ser que no. La gente no está pasándolo demasiado bien y, bajo la capa de maquillaje que hace que todo se vea perfectamente, tenemos en realidad un estado totalitario que gobierna con mano dura. Quizás lo mejor que se podría hacer es quitarse a Thor de en medio pero… ¿cómo?
¿Os pica la curiosidad? Pues nada, a ver si hay suerte y la iniciativa de Panini cuaja y sacan más tomos. Si no es así, podéis intentar rebuscar la edición anterior en castellano repartida entre grapas de Planeta y tometes de Panini. Y si domináis el idioma extranjero, Marvel está reeditando ahora mismo todos y cada uno de los tepebeses que abarcan esta etapa.
¡Ah! Como notita final. Cuando Jurgens terminó su etapa (en el número 79), llegó Michael Avon Oeming para cerrar la serie con su particular visión del Ragnarok, que coincidió con el desensamblamiento de los Vengadores que se montó Bendis. Pero si eso, ya hablaremos otro día de esto…