Bueno, primero que nada que sepan que ésta es mi primera colaboración por éstos lares. Todo comenzó con una inocente solicitud de intercambio de enlaces entre el webmaster y yo. Varias horas y cientos de mailes más tarde logré llorarle lo suficiente como para conseguir que me dejase escribir algo por aquí. Si todo marcha según lo planeado, en unos cuantos miles de mailes más y siguiendo dándole pena, a poquetes me haré con la web al completo. Pero éso no se lo digan a él…
Vamos a remontarnos unos añetes para atrás para ponernos en antecedentes. Un tal Bendis, que por aquel entonces era conocido prácticamente en los circuitos independientes y que aún no la había liado parda en el Universo Marvel, comenzaba a demostrar que era capaz de trastocarlo todo con su saga de Avengers Dissasembled. Esta saga hizo que muchos personajes relacionados con la franquicia cambiasen, llegando algunos incluso a cerrar su serie, como ocurrió con el Dios del Trueno. Tras una etapa prolongada en el título a cargo de Dan Jurgens (que precisamente ahora Panini acaba de reeditar su principio, por si les interesa), fue Michael Oeming quien realizó su Ragnarok particular cerrando la serie. Thor desaparecía del panorama editorial.
Pasaron los mesecillos y le vimos volver durante la Civil War. Pero resulta que no era él. Se trataba de un clon que se había montado Tony Stark para darle miedito a los del bando contra-registro. Este clon defectuoso se llevó por delante a Goliath antes de ser masacrado por Tormenta y Hércules. Thor seguía sin aparecer.
Peeeeero, resulta que en la colección de los 4F estaba el señor Straczynski haciendo los guiones. Unos guiones que, a nivel particular, dejaban un poco bastante que desear. Pero al menos tuvo una idea acertada. Y es que a éste caballero le dió por hacer que apareciera por aquellas páginas, caído literalmente del cielo, el Mjölnir. Tras la lógica pelea de turno, con Muerte incluido, por intentar hacerse con el martillo de uru y el poder que encierra, y cerrando precisamente su etapa en esa colección, vimos a un caballero que tenía una bolsa con las iniciales D.B. que se interesaba por el martillo. A los aficionados comenzaba a hacérsenos la boca agua al pensar que inevitablemente se trataba de Donald Blake, viejuno alter ego del Dios del Trueno.
Y sip, por fin en el 2007 reaparecería Thor en el panorama editorial. Con un nuevo número uno cuyos guiones realizaba el mismo Straczynski y dibujos de un inspirado Olivier Coipel. Y el guionista de la famosa serie limitada Midnight Nation nos explicaba perfectamente qué había sido del Dios del Trueno y de Donald Blake durante este tiempo. Nos traía de vuelta a Asgard en forma de castillo flotante, de una forma diferente a como nunca antes la habíamos visto. Y con un ritmo pausado pero firme se iban recuperando poco a poco todos los personajes que suelen acompañar al personaje: Jane Foster, Los Tres Guerreros, Heimdall, Balder, Loki con un ligero cambio de sexo incluido, etc…
A lo largo de los números en los que el guionista permaneció en la serie, vimos como el Dios de las Mentiras confabulaba poco a poco una vez más contra su hermano, vimos como Balder resultaba ser heredero al trono de Asgard, vimos como se podían relacionar los humanos con los dioses, vimos como recolocar magistralmente al personaje de nuevo dentro del Universo Marvel y , finalmente, vimos como las decisiones editoriales pueden fastidiar una gran serie.
Y es que resulta que la etapa del escritor terminó precipitadamente por exceso de éxito. A Quesada se le ocurrió la genial idea de que un megaevento podría tener como eje central Asgard y a todos sus habitantes. Y a Strac la cosa no le hizo la más mínima gracia. No quería que le trastocasen sus planes con la serie. Así que, con un par bien puestos, el caballero anunció su retirada de la colección. Una pena. Habría estado bien ver hasta dónde quería llegar. Así que unos numeretes más tarde, tras la renumeración de la serie a los 600 números que teóricamente no tendría que haber cerrado nunca, dejaría la serie. Y no lo hizo en la serie regular, sino a través de un número especial en el que intentó dejar aclaradas el mayor número posible de subtramas que había ido plantando durante toda su etapa.
Una gran lástima. Pero al menos siempre nos quedarán esos diecimuchos números que se pueden leer casi independientemente del devenir de la colección, unos números muy bien escritos y maravillosamente ilustrados.